Eli Suli
19 de noviembre de 2019
No es muy conocido, el dramático éxodo de los casi 49,000 judíos que vivían en Yemen. Se dice, que los primeros judíos que habían llegado al Yemen, fueron enviados como comerciantes, por el Rey Shlomó. De esa manera, los judíos vivieron en el Yemen, durante muchos siglos. En ese país, embestido por la pobreza, los judíos eran los ciudadanos más pobres y desamparados, viviendo con desprecio y sufrimiento. Sin embargo, en sus sinagogas y escuelas, les enseñaron a sus hijos a estudiar, y a escribir en hebreo. Desde aquellas épocas remotas, nunca olvidaron su fe y sus tradiciones, observando el Shabat, y transmitiendo la Toráh, de generación en generación. Pero después de la Primera Guerra Mundial, cuando Yemen se independizó, la vida para los judíos se volvió intolerable, ya que revivieron las leyes antisemitas, como la prohibición a los judíos de caminar sobre las banquetas y el pavimento, o la de no aceptar en las cortes el testimonio de un judío, en contra de un musulmán. O que los niños huérfanos judíos, debían ser convertidos al islam.
En 1947, tras la votación de las Naciones Unidas en favor de la partición de Palestina, la situación de los judíos del Yemen pasó ya al peligro físico. En el cercano puerto de Aden, que antes había sido una colonia de la Corona Británica, pero ahora ya era parte del Yemen, los árabes mataron a 82 judíos, e incendiaron todo el barrio judío. El establecimiento del estado de Israel, en 1948, y la guerra de la Independencia, incrementó aún más el peligro que corrían los judíos del Yemen, tal como sucedió en todos los países árabes. Sin embargo, sólo pudieron huir en mayo de 1949, cuando inesperadamente, el Imam del Yemen, aceptó permitir que todos los judíos abandonaran el país. Ellos ansiaban retornar a Eretz Israel, si tan sólo tuvieran los medios para lograrlo. En ese momento vivían en Yemen 49.000 judíos. Cuando terminó la Guerra de la Independencia, a comienzos de 1949, Israel se encontraba devastado y en bancarrota. A pesar de eso, el primer Primer Ministro de Israel, Ben Gurión, desafió al consejo de asesores económicos, y ordenó el inmediato retorno de los exiliados yemenitas.
¿Pero de dónde obtendría Israel los recursos para traer a los judíos yemenitas? “Vayan a pedir dinero a los judíos de la diáspora”, respondió Ben Gurión a los escépticos. Mientras, Egipto había cerrado el Canal de Suez para los judíos de Yemen y, por lo tanto, ahora debían ser transportados en aviones a Israel. Entonces, el Comité de Distribución de los Judíos de Norteamérica (Joint), se hizo cargo del éxodo yemenita, y de organizar el transporte aéreo, pero para eso, se necesitaban aviones. Unos años antes, se había creado la compañía Alaska Airlines. Con la llegada de James Wooten como presidente de la compañía en 1947, la aerolínea comenzó a comprar aviones usados del gobierno de los Estados Unidos. Entonces, el Comité de Distribución de Judíos de Norteamérica, le preguntó a Wooten, si estaba dispuesto a hacer el transporte desde Yemen. A los pocos días firmaron el contrato, y comenzó la operación “Al Kanfe Nesharim” (sobre las Alas de las Águilas), conocida también como “Operación Alfombra Mágica”. Como Yemen no permitía que los refugiados judíos volaran desde su país, los británicos aceptaron que se estableciera un campamento de tránsito, en la vecina Colonia de la Corona británica, en Aden, desde donde comenzaría el traslado. A pesar del peligro que esto ocasionaba, 28 pilotos de Alaska Airlines, hicieron 380 vuelos, y transportaron a Israel a 48.818 refugiados judíos yemenitas. Para esto, se necesitaba volar cruzando el Mar Rojo, y el Golfo de Aqaba, hacia el aeropuerto en Tel Aviv, donde desembarcaban a los pasajeros, mientras que los aviones regresaban a Chipre para pasar la noche, y proseguir con el rescate en la madrugada. El viaje total duraba veinte horas. Sin embargo, los aviones no estaban preparados para llevar tantos pasajeros, ni tampoco cargaba suficiente combustible para un viaje tan largo. Por lo tanto, los aviones tuvieron que ser modificados, reemplazando los asientos normales, por filas de bancos, y también agregaron tanques adicionales de combustible, a lo largo del avión, entre los bancos. Un avión construido para transportar a 50 personas ahora podía llevar a 120, y el combustible duraba un tiempo adicional. Mientras tanto, el campamento de tránsito en Aden, llamado “Camp Gueulá”, fue organizado con equipos de médicos, y asistentes israelíes. Así como el éxodo en la salida de Egipto, ellos también caminaron de la esclavitud a la libertad. Cuando la noticia de la evacuación les llegó a los judíos de Yemen, ellos dejaron atrás sus pocos bienes materiales, excepto de sus libros y sus Sifre Toráh. Miles de personas, viajaron a través del viento y las tormentas de arena del desierto, y vulnerables ante los bandidos y la población local hostil, hasta que casi muertos de hambre, llegaron a la frontera, donde los esperaban los servicios de ayuda israelíes, para ser transportados al campamento de tránsito. Allí encontraron por primera vez la electricidad, medicinas, agua corriente, y servicios sanitarios. Que los judíos yemenitas llegaran a Aden, fue un problema, pero que subieran al avión, fue un problema aún mayor. Nunca antes habían visto en su vida un avión, y nunca habían vivido en algo que no fuera una tienda de campaña, por lo que muchos de los inmigrantes estaban asustados, al ver semejante aparato, y se negaban a subir a bordo.
¿Cómo los convencerlos de subir al avión? El hecho de recordarles, que la llegada a Israel por aire había sido escrito en la Torah (Shemot 19, versículo 4) “y los transportare a ustedes sobre las alas de las águilas, y los traeré hacia mí”, reforzado por el dibujo de un águila con las alas extendidas sobre la puerta de cada avión, los convenció a subir a los aviones. Pero una vez dentro del avión, muchos prefirieron sentarse en el suelo, antes que en esos raros asientos. Así también, tuvieron que implorarles, que no encendieran fuego dentro del avión, para preparar su comida. Durante el vuelo, la mitad se descompuso, y vomitaron sobre los tanques adicionales de combustible. A pesar de todo, al aterrizar en Israel, los yemenitas entonaron cánticos de bendición. Y de esta manera, se pudo completar el rescate de casi la totalidad de los 49,000 Yehudim del Yemen.
“Este es otro de los milagros de Di-s, que pudimos ver en nuestro tiempo”.