Yojanan Visser
19 de enero de 2020
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, viene a Israel esta semana para asistir a la 75ª conmemoración de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, donde 1,41 millones de judíos fueron gaseados hasta morir durante la Segunda Guerra Mundial.
La conmemoración es parte del Quinto Foro Mundial del Holocausto (WHF) y es uno de los eventos más grandes que se hayan llevado a cabo en Israel, con al menos 36 líderes mundiales que asisten al evento que marca el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo.
El evento fue organizado por el Estado de Israel, el Museo del Holocausto de Yad Vashem y el WHF y se centrará en la explosión del antisemitismo en el mundo occidental.
La visita de Putin a Israel, la primera en ocho años, fue puesta en duda el mes pasado cuando estalló una nueva mini-crisis entre Israel y Rusia por la detención de israelíes que viajaron a los aeropuertos rusos donde fueron interrogados y donde se registró su equipaje.
La medida parecía ser un mensaje para Israel sobre la prohibición de que miles de rusos entraran en Israel cada año por motivos de seguridad.
La actitud de Putin hacia Israel podría ser considerada como ambivalente.
Por un lado, está permitiendo que Israel lleve a cabo ataques aéreos contra objetivos relacionados con Irán en Siria a pesar del despliegue del escudo antimisiles S-300 que está diseñado para derribar los aviones de combate que se aproximan, excepto el avión de guerra F-35 Adir de Israel.
Por otro lado, el líder ruso no teme buscar una confrontación con el Estado Judío como la crisis que estalló por el supuesto derribo por parte de Israel de un avión de reconocimiento ruso IL-20 sobre el noroeste de Siria en septiembre de 2018.
El líder ruso luego absolvió a Israel después de recibir información del primer ministro israelí Binyamin Netanyahu, quien probó que los aviones de guerra israelíes ya estaban regresando a Israel luego de llevar a cabo un ataque a una base iraní cerca del Líbano en el momento del derribo del IL-20.
El año pasado, una nueva mini-crisis entre Israel y Rusia estalló después de que las autoridades rusas arrestaran y detuvieran a la turista israelí de 26 años Na’ama Issachar en el aeropuerto de Moscú.
Issachar fue sorprendida con 9,5 gramos de marihuana en su equipaje, pero la mujer negó tener conocimiento sobre los orígenes de la droga.
Más tarde fue condenada a 7,5 años de prisión y allí comenzó una campaña nacional dirigida por la madre de Issachar para conseguir la liberación de Na’ama.
Yaffa Issachar incluso amenazó con impedir que Putin asistiera a la conmemoración de Auschwitz si no conseguía la liberación de su hija y pidió al Primer Ministro Netanyahu que utilizara su relación especial con el presidente ruso para convencerle de que utilizara su derecho a indultar a los prisioneros.
Netanyahu ha hablado con Putin sobre el tema en varias ocasiones, pero sólo la semana pasada comenzó a indicar que podría tener éxito y publicó un video optimista en su página web sobre su última conversación con Putin.
Este fin de semana el periódico ruso Kommersant informó, citando a funcionarios rusos bajo anonimato, que Putin efectivamente considera la liberación de Issachar a pesar de la irritación por la negativa israelí a hacer lo mismo con el ciudadano ruso Alexei Burkov, quien ha sido arrestado por Israel y está esperando su extradición a Estados Unidos por cargos de cibercrimen.
La pregunta es ahora de nuevo qué es lo que mueve a Putin en su algo complicada relación con Israel.
La respuesta a esta pregunta podría encontrarse en lo que le sucedió al ex jefe de la KGB durante su temprana juventud, cuando vivía con sus padres en un apartamento en San Petersburgo.
Los medios de comunicación israelíes ya han publicado algunos detalles sobre estos años aparentemente fatídicos con la Agencia Telegráfica Judía (JTA) informando en el año 2018 que una pareja de ancianos judíos en el edificio de apartamentos donde vivía Putin “cuidaron del muchacho”.
JTA no informó ningún detalle sobre este “cuidado” pero indicó que esta podría ser la razón por la que Putin tiene un punto débil para los judíos e Israel, como también se ha hecho evidente por el hecho de que el presidente ruso compró un apartamento en Tel Aviv para su ex maestra Mina Yuditskaya.
Ahora, sin embargo, la hoja de Shabat Dwash Shabat, una publicación con enseñanzas judías compuesta por un grupo de judíos cercanos al rabino y cabalista de Tiberíades Dov Kook, reveló nuevos detalles sobre la relación de Putin con sus vecinos judíos.
Dwash Shabat obtuvo su información del jefe de los rabinos rusos, Berel Lazar, jefe del movimiento de Jabad en Rusia.
Según el Dwash Shabat, los padres de Putin eran rusos muy pobres y trabajadores que apenas tenían dinero para alimentar a su hijo.
La pareja judía fue la única que se ocupó del joven Putin a pesar de la presencia de otras familias rusas en el edificio que eran conscientes de la problemática situación de la familia del líder ruso.
Cada vez que los vecinos judíos se daban cuenta de que el joven Putin estaba solo en casa sin comida le preparaban una comida decente y también lo invitaban a su mesa de Shabat, a la vez que lo invitaban a las fiestas judías.
Esto exponía al joven Putin a rituales y oraciones judías ya que la pareja era religiosa.
Los vecinos incluso compraron ropa para el muchacho y se aseguraron de que no se quedara sin necesidades básicas.
Esto, y no el hecho de que Putin también se preocupe por los más de un millón de residentes de la antigua Unión Soviética que ahora residen en Israel, parece ser la verdadera razón del punto débil de Putin con respecto a Israel y los judíos.