Sivan Rahav Meir
1 de julio de 2020
Quizás, al terminar el año escolar deberíamos decir la bendición “she hejeyanu, vekiyemanu ve higuiyanu la zman hazé” (que vivimos y existimos y llegamos a este momento).
Aislamiento, cuarentena, cápsulas, zoom, todas estas palabras nuevas no estaban en el plan de estudios el 1ero de septiembre. Pareciera que cada uno necesita ahora un diploma de reconocimiento. Millones de padres trataron de hacer de acuerdo a su capacidad y, aunque a veces fallaron -y por supuesto se enojaron- siguieron tratando. Millones de niños y jóvenes aprendieron que la flexibilidad y el adaptarse, la solidaridad y responsabilidad mutua son las materias centrales este año. Cientos de miles de maestras de jardín de infantes, profesores y directores (los cuales, de hecho, son ellos también padres) que se dedicaron e innovaron, aprendieron y enseñaron -todo esto en medio del movimiento de tantas personas que se encuentran detrás de bastidores, secretarias, personal básico, programadores y profesionales de la enseñanza virtual y más-.
Dijo el educador Rav Avinoam Mark de la escuela “HaRam” en Jerusalem. En el mes de marzo teníamos miedo de enfrentarnos a un escenario negro y mucho peor y he aquí que ahora, en la pared de su salón de clases están más de 500 certificados de buena salud, firmados por los padres. Cuando regresaron a la escuela, él le pidió a cada niño que colgara a cada día su certificado de buena salud, para que “las paredes dijeran gracias”.
En vez de una gran fiesta de fin de año, él envió esta foto: más de 500 agradecimientos, por cada día en que los niños se levantaron saludables y pudieron salir a estudiar.
Buenas y saludables vacaciones.