Sivan Rahav Meir
10 de agosto de 2020
El coronavirus ha afectado nuestro ánimo. Debemos admitir que la mayoría de nosotros está menos feliz y más preocupada de lo normal.
La palabra “feliz” aparece siete veces en la porción de la Torá de esta semana. Cuando examinamos en relación a qué la palabra “feliz” es presentada, la misma invariablemente aparece cuando se trata de darle a otros o compartir aquello que tenemos con ellos.
He aquí dos pasajes que ilustran este punto: “Y deberás regocijarte en tu Festividad, tú, tu hijo, tu hija, tu sirviente, tu sirvienta, el Levita, el prosélito, el huérfano, la viuda que viven entre ustedes”, o “Tú, tu hijo, tu hija, tu sirviente, tu sirvienta y el Levita que esté en tus poblaciones, deberás regocijarte frente a Hashem, tu Elokim, en todos tus emprendimientos.”
La felicidad aparece en presencia de la familia, de los sirvientes, de la viuda, del prosélito, del huérfano y del pobre. La felicidad llega cuando abandonamos el “Yo” y entramos en el “Nosotros”. Cuando hay el dar y no el tomar. Es la búsqueda en nuestros vecindarios, de aquellos que están aislados, enfermos o que tengan alguna necesidad el camino hacia nuestra propia felicidad.
La parashá nos muestra un camino inesperado y fascinante: No es el correr detrás de logros lo que nos llevará a la felicidad sino más bien la preocupación hacia el otro. Una idea revolucionaria para la alcanzar la felicidad.