Sivan Rahav Meir
19 de agosto de 2020
El conductor de autobuses Moshé Yert contó que cierta vez subió a su autobús una madre con su pequeña hija. No tenían suficiente dinero en tarjeta de viajes múltiples y les explicó que convenía bajarse en la próxima parada, recargar la tarjeta de manera más barata y continuar el viaje, en vez de pagarle a él el precio más caro.
La reacción de la madre fue agradecer calurosamente y dijo: “¡Muchas gracias a usted! ¡De verdad, muchas gracias!”. La niña escuchó y le dijo a su madre: “Mamá, que hizo el chofer de autobús que no estaba bien para que le respondieras de esta manera?” La madre no entendió la pregunta: “Él nos ayudó, así que le agradecí”. Pero la niña insistió: “Le dijiste ‘muchas gracias de verdad!’, esto es lo que dicen cuando alguien ha hecho algo que no está bien”.
El conductor escuchó la conversación y se sorprendió. Él se dio cuenta hasta dónde nuestra palabra se vuelve cínica, sarcástica, cuando algo es dicho, no como un agradecimiento genuino, sino como un regaño.
En la Porción de la semana aparece el conocido versículo:
“Debes ser integro con Hashem, tu D-s”.
Es muy difícil en nuestros días cuidar la integridad, la honestidad y simpleza sin burlas y sarcasmos, tanto en nosotros como en nuestros hijos. Esta historia nos recuerda cuan necesario es el esforzarse para no perder la integridad.