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¿Los simanim no son también una superstición?

¿Los simanim no son también una superstición?

Shelomó Carciente

11 de setiembre de 2020

Estamos a menos de 10 días de Rosh Hashaná, por lo que quiero aprovechar para abordar un tema de la noche del Séder, quizás no el más primordial pero no por ello menos importante.

En cierta ocasión se me acercó mi jabrutá (compañero de estudio) y me dijo que deseaba hablar en la mesa algo sobre los simaním de Rosh Hashaná. ¿Qué se puede decir sobre los simanim?

Tan famosos y conocidos por todos, pero, al mismo tiempo, algo sobre lo que casi nadie tiene mucho para decir. Increíble, ¡tan famoso pero no se sabe qué hablar de ellos!

¿Qué jidush se podría hablar sobre los simanim de Rosh Hashaná?

Somos un pueblo totalmente contrario a las supersticiones por lo que Rosh Hashaná llama la atención por todos sus simanim, además de ser prácticamente la única vez en el año que encontramos algo así.

Por todo esto, me puse a investigar un poco más a fondo y esto encontré.

¿Por qué no es superstición?

Una de las primeras preguntas que nos tiene que molestar de este tema es por qué las costumbres del séder no son consideradas como superstición. ¿Qué diferencia real hay entre las cosas que nosotros hacemos en Rosh Hashaná y Hamabdil Elef Habdalot (salvando mil veces la distancia), las cosas que los gentiles hacen en su año nuevo como por ejemplo cuando comen las 12 uvas en media noche del 1 de enero a las 12 en punto?

En verdad la respuesta más sencilla es decir que una (las cosas del séder de Rosh Hashaná) están escritas en el talmud y lo traen los poskím y el Shulján Aruj y la otra (las cosas que hacen los gentiles) no lo trae ninguna de nuestras fuentes, sino que, por el contrario, viene de una fuente de impureza y de avodá zará. Sabemos que lo que trae el Talmud no es brujería y, todo lo que no trae, pues simplemente es superstición.

Esta respuesta, aunque verdadera, no siempre termina de conformar a la persona que viene con la pregunta, ya que -al fin y al cabo- uno puede pensar que cada pueblo que tenga alguna costumbre sea la que sea dirá que él tiene la razón y que lo suyo no es sólo una simple “superstición” sino algo real.

La pregunta es: ¿Quién dijo que lo nuestro es verdad y lo de los demás es superstición? ¿En qué realmente se pueden distinguir las cosas que nosotros hacemos de la que los gentiles hacen -y que no son más que banales supersticiones-?

Mi buen amigo y compañero Yosef Harari me mencionó un Maharshá que habla del tema. El maharshá trae que la diferencia que hay entre lo que dice la Guemará y las cosas que los gentiles hacen, radica en que normalmente las supersticiones de los gentiles consisten en -por ejemplo- una desgracia que sucede a consecuencia de algún hecho fortuito, tal como si pasa un gato negro delante de alguien significa 7 años de mala suerte, si se cae el pan ese día no va a ir bien en el negocio, si pasa debajo de una escalera no va a crecer más, y como estas situaciones infundadas, miles…

En cambio, los simaním verdaderos son cuando hablan de cosas positivas, manzana con miel para tener un año dulce, cabeza de pescado para que siempre seamos cabeza y no cola, rimón (granada) para que tengamos muchas Mitzvot, la acelga para que se destruyan nuestros enemigos y así todas son cosas positivas -no negativas-, y ésas son las que verdaderamente tienen una base y no meras supersticiones.

Pero ¿por qué? ¿Por qué las cosas positivas sí son señales verdaderas y todas las negativas no? ¿Quién dijo que las positivas no son supersticiones también?

En realidad, está escrito que incluso las situaciones no buenas que le fueron decretadas a la persona no es seguro que finalmente le terminen pasando, ya que, si hace Teshubá y se arrepiente por sus pecados, puede que del Cielo le terminen quitando su mal decreto.

Y, por el contrario, cuando Hashem le decreta a la persona algo bueno, por más que luego haga un pecado, lo bueno Hashem ya no se lo quita jamás.

En base a esto, podemos entender claramente esta respuesta del Maharshá, y es que si la cosa (superstición) que sucede nos augura que algo no bueno va a suceder, no hay que creerlo, ya que las cosas malas no son seguras que finalmente terminen pasando, mientras que no es así si el simán nos indica algo positivo, ya que si éste es verdadero. 

Por ello nuestros simaním (señales) del séder al ser que son sobre cosas positivas, el simán sí tiene una posible verdad y por ello ésta ya deja de ser una simple superstición banal.

Y en verdad, si nos fijamos bien, esto fue lo que sucedió con Iirmiyahu (que profetizaba las cosas negativas que le pasarían a los yehudím) cuando le dijo a Jananiá (que profetizaba solamente las cosas positivas que le pasarían a Am Israel): “Si yo fallo con mi profecía no será prueba de que soy un profeta falso (ya que hay veces que las cosas malas no se cumplen); en cambio, si tus palabras no se cumplen, se sabrá que es porque eres un profeta falso (ya que las cosas buenas que verdaderamente se decretan, suceden ¡y lo que tú profetizaste no sucedió!).

En base a esto entenderíamos por qué nuestros simanim de la noche del Séder (siendo que son para cosas positivas) no son simples supersticiones…

* Autor de los grupos de foto – halajá

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