Sivan Rahav Meir
30 de setiembre de 2020
Deanie Freindlich regresó a China. La emisaria de Jabad en Beijing se transformó en un símbolo al momento en que empezó la pandemia. Ella y su esposo, el Rabino Shimon explicaron en una entrevista dirigida al mundo judaico cuán seria es esta pandemia, además ayudaron a cantidad de israelíes a abandonar el país y al final ellos también se fueron.
Solamente ahora recibieron permiso para regresar y abrir nuevamente el Beit Jabad. Sus primeros días en China fueron difíciles. Todos desaparecieron. Todos los estudiantes, los hombres de negocios, el personal de El Al, los empleados de la embajada, los turistas, ya no están. Ella y su esposo estaban acostumbrados recibir cientos de personas en Shabat, administrar la escuela judía, el restaurante casher y ahora tienen que trabajar duro para que haya un minián.
La conclusión a la cual ella llegó, en una entrevista al periódico “Kfar Jabad” es de especial importancia: “Al principio casi rompí en llanto. Comparé la época de fiestas ahora con la época de fiestas del año pasado, cuando buscábamos de donde conseguir más mesas y sillas para todos los que vendrían a comer. Pero entonces entendí que mi misión ahora es diferente: es necesario dedicarse a las pocas personas que hay aquí. Crear una relación cercana, familiar, más profunda. Es el tiempo de ‘uno a uno’. Ahora lo importante no es la cantidad, lo importante ahora es la calidad. Es el momento de conversaciones que salen del alma y de amistad; éstas son cosas las cuales no había alcanzado antes del coronavirus.”
Me parece que el mensaje es igualmente relevante para todos nosotros. Ha llegado el momento de volverse hacia dentro y no hacia afuera. De entender que este período difícil nos brinda una oportunidad de crear lazos más profundos con aquellos que nos rodean, conocer mejor al núcleo familiar de una manera que nunca hemos conocido. La misión de todos nosotros ha cambiado ahora.