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Pirkei Avot 1:12-14 – Crecer más espiritualmente

Pirkei Avot 1:12-14 – Crecer más espiritualmente

Rab Saúl Wigoda Teitelbaum

Mishna 12

הִלֵּל וְשַׁמַּאי קִבְּלוּ מֵהֶם. הִלֵּל אוֹמֵר, הֱוֵי מִתַּלְמִידָיו שֶׁל אַהֲרֹן, אוֹהֵב שָׁלוֹם וְרוֹדֵף שָׁלוֹם, אוֹהֵב אֶת הַבְּרִיּוֹת וּמְקָרְבָן לַתּוֹרָה

Hillel y Shammai recibieron [la tradición oral] de ellos. Hillel solía decir: sé de los discípulos de Aarón, ama la paz y persigue la paz, ama a la humanidad y acercándolos a la Torá.

Hilel era babilonio y descendiente del Rey David, y aunque en su natal Babel su familia era de muy buenos recursos, tenía un hermano mercader inmensamente rico, éstos no le ayudaban porque el interés de Hilel era otro, crecer en el estudio de la Torá y el cumplimiento de las mitzvot. Finalmente se separó de su familia, hizo aliá y se instaló en Eretz Israel; en donde pobremente trabajó como leñador y creció como líder religioso.

Reconocemos en Aharón al gran hombre de paz que fue; ¿pero ¿qué es una persona de paz? Vemos a través de nuestra historia judía tantas rencillas entre hermanos: Caín y HebelYishmael e ItzjakEsav y YaakovYosef y sus hermanos, quienes con sus hechos no demostraban que fueran amantes de la paz.

En el Birkat Cohanim o bendición Aharónica dice: “Que Hashem te bendiga y te proteja…” Veamos, con: “te bendiga…”, nos quiere decir que desea enviarnos todas Sus bendiciones, pero ¿somos merecedores de recibirlas? Para que esto sea posible nos tenemos que transformar en receptáculos para la paz, esto implica amarla y acercarla a nosotros; debemos estar en paz con nosotros mismos, con nuestros semejantes, con nuestro entorno; si no es así, no somos merecedores de recibir esa bendición. Un recipiente se puede llenar de casi cualquier cosa, lo mismo sucede con nosotros al transformarnos en recipientes. Las bendiciones de Di-s pueden venir de muchas maneras, bien sean materiales o espirituales y aquí es donde se intercala la frase: “te proteja…”. ¿Protegernos de qué?… De las mismas bendiciones. ¿Estamos de verdad preparados para recibirlas? Muchas veces pedimos, suplicamos, imploramos a Di-s que nos bendiga con una infinidad de cantidad de cosas, sin pensar en sus consecuencias o en si nos hace bien.

El tip para poder recibirlas es: tener la paz y estar con ella en todos los aspectos de nuestra vida.

Por ejemplo: Yaakov Avinu bendijo a Efraim sobre Menashé, a pesar de que este último era el mayor, sin embargo, Menashé estaba alegre y en paz, sentía regocijo por su hermano y en ningún momento tuvo envidia de que fuera bendecido de esa manera y con el éxito. (Por esta razón hasta hoy día bendecimos a nuestros hijos en el Kidush de la noche de Shabat, con esta misma berajá). Lo mismo sucedió cuando Hashem bendijo a Moshé por encima de Aharon, a pesar de ser él el primogénito, y es debido a esto que ahí mismo ÉL instauró a Aharon haCohen para que siguieran sus descendientes por todas las generaciones diciendo la misma bendición para todo el resto de Su pueblo.

Hay además otro ejemplo interesante con los alumnos de Rabi Akiva; no se honraban entre ellos, sentían celos y envidias uno del otro y no compartían sus conocimientos y enseñanzas; por eso murieron, porque donde no existe Shalom (paz), no se deja espacio tampoco para la Torá.

HaKadosh Baruj Hu nos dice que las bendiciones son poderosas, algo grandioso en nosotros, pero que para poder recibirlas se necesitan receptores que tengan la grandeza de la paz.

En esta Mishná dice: “Ama a vuestros semejantes creados”, esto quiere decir que el nivel del amor por la paz que tenía Aharon era tan alto, que él se acercaba a cualquier persona por más ruin y malvada que fuera, porque aún ellos mismos tenían una virtud, ser creados por Hashem, y de este modo lograba acercarlos a la Torá.

La paz en sí misma es un recipiente, a la que podemos llenar de odio, o de amor, vida y palabras de Torá, esto está en nosotros hacerlo posible.

Busca la paz, llénate y aprópiate de ella, cuídala y compártela en todo lugar donde estés. Seamos como Aharón haCohen persiguiéndola, procurándola y acercándonos nosotros mismos y nuestros seres queridos a ella y a la Torá.

Que sea la voluntad de HaKadosh Baruj Hu bendecirnos con la paz y con todas las bendiciones de la Torá para bien, y que, por nuestras acciones pacíficas, seamos merecedores de ellas.

Mishna 13

הוּא הָיָה אוֹמֵר, נָגֵד שְׁמָא, אָבֵד שְׁמֵהּ. וּדְלֹא מוֹסִיף, יָסֵף. וּדְלֹא יָלֵיף, קְטָלָא חַיָּב. וּדְאִשְׁתַּמֵּשׁ בְּתָגָא, חָלֵף

Él [también] solía decir: el que engrandece su nombre hace que su nombre sea destruido; el que no añade [a su conocimiento] hace que [lo] cese; quien no estudia [la Torá] merece la muerte; el que haga uso [indigno] de la corona [del saber] fallecerá.

Aquel que procura renombre, pierde su nombre: Aquel que quiere enaltecer su nombre, ser nombrado dirigente, ocupar siempre el primer puesto – su final   será vergüenza, fracaso y perdición (Rabenu Iona).

Encontramos varios ejemplos ilustrativos en el Tanaj (Biblia). Koraj quien era una de las personalidades más importantes de la Congregación, se rebeló contra Moshé para ocupar su lugar; fue castigado y la tierra lo tragó junto a sus amigos (Bamidbar 16). Abshalom, hijo del Rey David, amado por todos, se rebeló contra su padre para ocupar su lugar en el Reino murió   trágicamente colgado de sus pelos sobre un árbol (Shmuel 2:18).

Quien no aumenta su estudio (y conocimiento de Tora), lo pierde: Siempre deberá seguir estudiando, porque es imposible que se quede en un mismo lugar, al no ascender, descenderá (Rabí Jaim de Volozin).

Elisha ben Abuia solía decir, una persona puede estudiar durante veinte años y olvidar lo estudiado en dos años (Avot de Rabí Nathan 24).

Aquel que no estudia (la Torá) del todo, merece la muerte: El que no estudia Tora, no es digno de vivir, porque no quiere conocer su rol en la vida (Rabí Shimshon Refael Hirsh) claro está, que la falta de conocimiento lo llevará al pecado y recibirá castigo. Rabí Iehuda dijo en nombre de Shmuel. Es prohibitivo salir de Babilonia hacia otros países, porque en Babilonia hay grandes e

importantes casas de estudios y aquel que habita en una ciudad donde hay Tora seguramente se verá influenciado por el ambiente, estudiará y observará los Mitzvot (preceptos) pero aquel que habitará lejos de centros de estudios de la Tora se olvidará lo por él estudiado y a la postre se alejará del judaísmo.

Sucedió que un individuo abandonó “Pumbedita”. (Centro de estudios) y pasó a vivir en una población con el nombre de “Be Yobi” cuando Rabí Iosef supo lo excomulgó. (Tratado de Ketubot 101 y Rashi).

Quien se aprovecha de la corona de la Torá, perecerá: Dijeron nuestros Sabios: Desollad una res en la plaza del mercado con tal de ganar tu sustento, y no digas: Soy sacerdote, soy un gran hombre, y este trabajo está por debajo de mi dignidad (Pesajim 113:b).

Aunque debemos honrar a los eruditos de la Tora, éstos no lo exigieron. Maimonides explica que un sabio de la Tora deberá ser servido solamente por sus alumnos.

Mishna 14

הוּא הָיָה אוֹמֵר, אִם אֵין אֲנִי לִי, מִי לִי. וּכְשֶׁאֲנִי לְעַצְמִי, מָה אֲנִי. וְאִם לֹא עַכְשָׁיו, אֵימָתָי

Él [también] solía decir: Si no soy para mí, ¿quién es para mí? Pero si soy para mí mismo [sólo], ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?

¿Quién solía decir esto? El Sabio Hilel… Esta es una de las mishnayot más agradablemente comentadas por las personas, porque se refiere a un autoanálisis, que cada uno debe hacerse.

Si una persona no hace las cosas por sí misma, ¿Quién lo hace? La respuesta a esta pregunta tiende a hacer alusión a nuestras cosas materiales, porque desde que nos levantamos en las mañanas hacemos muchas cosas que nadie puede hacer por nosotros, sin embargo, ¿has pensado acaso en tus aspectos espirituales? El ser humano para vivir necesita un cuerpo (material) y un alma (espiritual). Normalmente nos preocupamos por nuestra parte física y dejamos de lado nuestra parte espiritual, y es precisamente a ésta a la que debemos dedicarle tiempo y hacer cosas personalmente. Si tenemos hambre, podemos preparar nuestra propia comida y satisfacer nuestra necesidad, pero también otra persona puede prepararla para nosotros, en nuestra propia casa o en un restaurante; pero tratándose de espiritualidad, nadie puede hacerlo por nosotros, sólo nosotros mismos.

Si no me dedico yo mismo a elevar mi alma, a hacer méritos para mí, es imposible que otro lo haga. Y ¿cómo se logra? Dando tzedaká (actos de bondad con nuestro prójimo y caridad), estudiando Torá, haciendo tefilá (rezos), lectura de tehilim (Salmos). Incluso si se hacen méritos hay que analizar si están correctamente hechos, por ejemplo: Si tienes que ayudar a tu madre, a tu esposa/o, o a cualquier otra persona, en alguna tarea, debes hacerlo con alegría y no con indisposición, porque para eso son las buenas acciones, para elevar nuestra alma.

Lo mismo sucede con el estudio de la Torá, de nada sirve ser un gran estudioso y un erudito en ella, si no la compartes, la transmites, la enseñas. Recuerda la epidemia que sufrieron los alumnos de Rabi Akiva por ser celosos y egoístas en sus estudios. Eleva tu alma, hazla crecer en este mundo, mientras tienes vida y puedes hacerlo. Al igual que trabajas duro por los bienes materiales, trabaja duro por los bienes espirituales. Acostúmbrate a leer Salmos, saca un tiempo para hacerlo, ni te imaginas el bien tan grande que le haces a tu alma. Ponte tefilim, ve a rezar, las mujeres, enciendan las velas de Shabat en el momento de hacerlo (si puedes unos minutos antes es mucho mejor), ve a la mikve, cuida la pureza familiar, separa la jalá cuando te sea posible. Todo esto son mitzvot sencillas, pero con un gran beneficio espiritual, que no podemos medir en este mundo material.

Y si no es ahora, ¿cuándo? No hay que dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, porque, ¿quién sabe qué pasará mañana, o dentro de una hora, ni siquiera dentro de un minuto?

Algunos interpretan esta frase refiriéndose a los días de la juventud, porque cuando se es joven es cuando se adquieren buenas costumbres, es muy difícil cambiar a una persona mayor (aunque no imposible) y, además, ¿por qué dejar estas enseñanzas para la vejez? El momento es ahora, no mañana.

Porque después de la muerte, es imposible crecer más espiritualmente.

Buen dia

*Rab Saúl Wigoda Teitelbaum, Yeshiva Pirjei Shoshanim

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