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Dos reflexiones antes de Shabat

Dos reflexiones antes de Shabat

Sivan Rahav Meir 

-Esta semana, en el apogeo del drama de las escuchas telefónicas, recordé una de las historias más famosas sobre el rabino Aharon Leib Shteinman. En uno de sus viajes a las comunidades judías en Europa, alguien se acercó y colocó un dispositivo de grabación en la mesa frente al Rav, antes de que comenzara su discurso y le preguntó si estaba bien que el dispositivo funcionara allí y grabara durante todo la velada. El Rav Shteinman no entendió la pregunta y explicó con una sonrisa que vivía consciente de que siempre se le estaba grabando. Los sabios ya han dicho: “Un Ojo ve y un Oído oye y todas tus obras están escritas en el libro.” Para él, explicó, no hay problema en agregar otro dispositivo de grabación. 

– Después de todos los llamados justificados para el establecimiento de comisiones de investigación, tal vez ésta sea también la oportunidad para hacernos un autoexamen, para pensar en nuestra privacidad, la que nosotros mismos estamos violando sin software ni spyware. Esta es una era en la que se nos dice que debemos compartir y publicar todo, todo el tiempo, para todos. 

La Porción de la Torá de esta semana, la Parashá Tetzavé, describe en detalle el Mishkán. El interior del Mishkán era revestido de una hermosa cubierta que se veía sólo interiormente, alejado de la vista de la multitud. Pero desde el exterior, el Mishkán estaba cubierto por simple piel de cabra. 

Aquí la Torá transmite un mensaje a las futuras generaciones: la bendición solo reposa sobre aquello que se encuentra oculto a los ojos. Lo que sucede en privado no necesita ser publicado para tener significado. Todo lo contrario. Todo el gran Mishkán fue construido alrededor de la misma belleza interior oculta a la vista. Allí adentro, en el espacio privado, se revela la santidad. Shabat Shalom. 

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