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Del Pirké Avot: Ama a las criaturas y acércalas a la Torá

Del Pirké Avot: Ama a las criaturas y acércalas a la Torá

En la época del Jafetz Jaim z”l, cierta vez vieron cómo un alumno de la Ieshivá fumaba a escondidas en Shabat, lo cual estremeció a la comunidad, dado que no existía un Iehudí que se atreviera a profanar Shabat.

Se dirigieron al Jafetz Jaim preguntándole qué debían hacer con el muchacho. ¿Acaso echarlo de la Ieshivá o dejarlo?

El Jafetz Jaim lo invitó a su habitación y le habló durante diez minutos. Luego el joven salió llorando arrepentido. Nadie sabía qué fue lo que hablaron el Jafetz Jaim con el muchacho, y dicha conversación quedó incógnita durante mucho tiempo.

Después de muchos años, uno de los Rabanim contó lo acontecido delante del público. Al finalizar dijo: “¡Qué lástima que no le preguntamos al muchacho qué le dijo el Jafetz Jaim!, para así aprender cómo encaminar a los jóvenes”.

al término de la conferencia, se disgregó la gente, cada uno partiendo a su casa, excepto un Iehudí mayor de edad, que permaneció en el salón con su cabeza apoyada sobre una silla. El Rab se acercó a despertarlo, pensando que se había quedado dormido, pero para su sorpresa descubrió que el Iehudí se había desmayado; enseguida le volcó agua y se ocupó de él hasta que volvió a tomar conciencia.

El Rab le preguntó por qué se había desmayado, tal vez no se sentía bien. Sin embargo, el Iehudí le dijo: “Cuando usted contó en la conferencia sobre el muchacho que estuvo con el Jafetz Jaim, esto provocó mi desmayo”. El Rab se sorprendió y le preguntó: “¿Qué relación tiene contigo este relato?”.

A lo cual respondió el hombre: “¡Yo mismo era aquel muchacho sobre el cual contó el Rab…!

El Rab, muy emocionado, le suplicó que por favor le narrara qué verdaderamente le había dicho el Jafetz Jaim, y cómo logró hacerlo volver en Teshubá.

Contestó el Iehudí: “Cuando ingresé a lo del Jafetz Jaim, me tomó de mis manos, y sosteniéndomelas cariñosamente, me miró con una mirada compasiva y muy afectuosa, comenzó a llorar diciendo: ¡Ay Shabat Kódesh! ¡Ay Shabat Kódesh! Así lloró el Jafetz Jaim durante diez minutos … En ese momento temblé y sentí una corriente de Kedushá que corría por mi cuerpo, quebré en llanto y me arrepentí en lo profundo del corazón por lo que había hecho, e hice Teshubá Shelemá hasta el día de hoy.

Fue entonces cuando usted narró este Maasé que me emocioné muchísimo, pues recordé la escena tan emotiva con el Jafetz Jaim y por eso me desmayé.

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