Becky Krinsky
27 de junio de 2019
(Foto: BBMundo) Como padre uno se cuestiona si tiene la culpa porque sus hijos constantemente se meten en problemas, se pelean con quien sea, no pueden mantener su trabajo. De hecho, desde temprana edad, tienen que escuchar quejas por su mala conducta y falta de disciplina.
Estos niños rápidamente son etiquetados como “niños problema” aunque ellos pueden ser el reflejo de un hogar disfuncional, con padres problemáticos. También pueden ser el resultado del tipo de educación que reciben en su casa, ya sea exceso de autoridad o, por lo contrario, padres ausentes y súper permisivos, o bien simplemente pueden ser seres más conflictivos y difíciles.
Tomando en cuenta que hay padres presentes, amorosos, responsables, funcionales, exitosas, y, además, tienen otros hijos con los cuales no tienen problemas. Entonces cabe la posibilidad, de que la personalidad de este hijo/a… sea difícil y el reto para ayudarlo a salir adelante sea más complicado.
Cuando esto sucede, es necesario, que los padres se recuerden continuamente que: ellos no son malos padres porque sus hijos no son lo que ellos esperaban. O porque no les puede ir bien en su vida.
En realidad, el comportamiento de sus hijos no dice nada de los éxitos o de los fracasos de sus padres. Ellos son personas independientes que tienen su propio carácter y su personalidad.
Cada persona ve y explora al mundo con sus ojos y toma la decisión de cómo quiere actuar.
Hay hijos con personalidades más fáciles que otros. Crean menos problemas y su comportamiento es más dócil. Son más accesibles y se les puede entender y comunicarse mejor. Su crianza, es dentro de lo que cabe, una etapa agradable, con las dificultades normales, pero su desarrollo y adaptación al mundo es un proceso manejable.
De igual forma están los hijos que desde que nacen son problemáticos, son intolerantes a muchos alimentos, son inquietos, agresivos, su carácter atrae a los problemas. Ellos no siguen las normas establecidas, ni las reglas naturales. Son rebeldes, problemáticos y desde temprana edad, tienen una relación difícil con sus padres y con el mundo en general.
Como padre uno hace lo posible por ayudarlos y proporcionarles las mejores herramientas para que salgan adelante. En muchos casos, a pesar de los múltiples problemas ellos llegan a crecer con éxito y se pueden incorporar a la sociedad convirtiéndose en seres responsables e independientes.
Sin embargo, el sabor amargo que deja su crianza, el sentimiento como padre y la duda que se carga por tantas dificultades difícilmente se llega a olvidar.
Cada quien tiene el derecho de tener la vida que quiere. Los padres no son dueños de sus hijos, y a pesar de que se les da todo el amor y entendimiento que se puede, los hijos tienen sus propios pensamientos, sus elecciones y su forma de ser.
La receta
Reconociendo la individualidad de los hijos
Ingredientes:
Amor incondicional – aceptación, cariño y cuidado sin prejuicios, ni consideraciones
Respeto – reconocer las diferencias, fortalezas y debilidades con decoro
Empatía – entender y poder ver el mundo con los ojos del otro
Limites – establecer con claridad las reglas y las normas a seguir
Paciencia – aguante y confianza para que la vida tome su camino
Afirmación Positiva para aceptar a los hijos como son:
Mi hijo/a es un regalo muy especial, lo valoro y lo cuido como el tesoro más valioso que tengo. Él no me pertenece y no soy responsable por sus decisiones. Me alegro por sus triunfos y me duelen sus fracasos. Hago todo lo que este en mi alcance para ayudarlo a que sea una persona independiente y exitosa, pero él es el único que puede decidir qué quiere hacer con su vida.
Como manejar la culpa y aceptar a mi hijo/a
1. Los padres siempre buscan lo mejor para sus hijos. Como padres siempre se da todo lo que tiene, entiende y conoce para que sus hijos triunfen y aprovechen su vida al máximo.
2. El papel de los padres es de preparar a sus hijos para que sean independientes y responsables. Los hijos pueden aprender las lecciones y seguir el camino que se les ofrece, o bien tomar otra avenida y vivir sus consecuencias con sus aprendizajes.
3. Los padres también tienen sus limitaciones. Por más amor y paciencia que tengan, no siempre está en sus manos poder ayudar a sus hijos a superar sus debilidades o sus problemas.
Es más efectivo encontrar una conexión sincera con tus hijos en lugar de corregirlos, criticarlos y castigarlos.
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