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¿Por qué son tan ponderosas las palabras?

¿Por qué son tan ponderosas las palabras?

Becky Krinsky

31 de julio de 2019

Es difícil entender el concepto de qué son las palabras. Las palabras son sonidos que se las lleva el aire, no se pueden ver, ni tocar, y aunque se busquen, no se pueden encontrar a menos de que se escriban y entonces se conviertan en testigos impresos de lo que se ha querido expresar.

Las palabras que se escuchan… se quedan marcadas en el corazón como si fueran un tatuaje permanente. Por eso se dice que las palabras salen del alma y llegan directamente al corazón. Las palabras no se olvidan. Una vez que salen… ya no regresan, aunque se pida mil veces perdón.

Cuando las palabras son expresadas con sinceridad y con amor, son nobles y positivas, entonces la persona que las escucha se siente querida, validada y valiosa. Por el otro lado cuando las palabras son dichas con arrogancia o con enojo, se convierten en sonidos crueles, amargos, llenos de crítica y resentimientos.

El corazón de la persona que escucha estas palabras ofensivas, con tonos negativos, se estremece y se lastima. Este corazón se llena con dolor. Entonces, el amor propio de la persona que ha sido ofendida se agria y pierde su conexión con la persona que la afectó y eventualmente también se rompe las relación alegre y bondadosa con su mundo.

Las palabras se pueden describir como “un puente” que conecta a la persona con el mundo físico/material y con su alma, el mundo espiritual y emocional. Las palabras salen de lo más íntimo del ser, y llegan a lo más profundo de la persona que las escucha.

Las palabras son un regalo de los humanos, que traducen los pensamientos y hacen decretos concretos de las opiniones propias. Las palabras son los sonidos que le dan sentido a las ideas que habitan en la mente.

Estos sonidos abstractos que nadie ve y que todos entienden, elevan al ser, le dan la oportunidad de comunicarse, de compartir y de enseñar el increíble mundo interno que cada quien lleva dentro.

Las palabras hablan de los sentimientos personales. Estas son la expresión directa de la espiritualidad que cada individuo tiene. Las palabras son, la representación de la persona. Definen la intención y la calidad de su comunicación. Bien es dicho que la vida y la muerte de una persona se encuentran en la boca de la persona que habla. Las palabras son un arma delicada, hay que tener plena conciencia de su valor y desde luego, aprenderlas a utilizar con conciencia y responsabilidad.

Si las palabras son tan delicadas y éstas son la voz de los pensamientos personales, entonces para tener palabras positivas, nobles y constructivas hay que cuidar la calidad de los pensamientos.  Cada quien es responsable de lo que piensa, por lo tanto, tiene que luchar para no permitir que los malos pensamientos confundan y corroan su alma.

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La receta

Valor de las palabras

Ingredientes

Conciencia – reconocer el poder y el alcance que tienen las palabras

Responsabilidad – obligación personal para comunicarse efectivamente

Gentileza – suavidad y nobleza al hablar

Cuidado – recordar que, una vez que se dice una palabra, no se puede olvidar

Agradecimiento – gratitud por tener la posibilidad y el poder de hablar

Afirmación positiva para utilizar las palabras apropiadamente.

Mis palabras son valiosas y poderosas. Las cuido y cuando las utilizo busco hacer el bien y comunicarme con prudencia. Mis palabras son mis embajadoras que me permiten enseñar el mundo interno que llevo dentro. Reconozco que con mis palabras puedo levantar, motivar, sanar e inspirar pero que también puedo destruir, lastimar y herir a las personas que me escuchan. Mis palabras son mis sentimientos y mi responsabilidad. Yo soy mis palabras.

Que se aprende del valor de las palabras:

1.    Las palabras hablan de uno mismo. Es importante escuchar lo que otros hablan porque así es fácil reconocer el interior de su ser. Cuando la persona reconoce su valor, se torna en un ser que habla con palabras prudentes y sinceras.

2.    Las palabras son puentes entre el alma de las personas. Estas salen del corazón y llegan al corazón. Son abstractas, no se pueden ver ni tocar, por lo que llegan al alma sin obstrucciones.   

3.    Hay que hablar con las mismas palabras que uno desea que le hablen. Responsabilidad y conciencia son ingredientes básicos cuando se refiere al hablar. Las palabras hablan todo lo que la persona piensa, no hablan de la persona que las escucha.

“Tú eres dueño de tus pensamientos y decides qué palabras quieres decir. Construye puentes de conexión y amor. No lastimes, ni ofendas al hablar”.

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