Becky Krinsky
8 de agosto de 2019
No hay padres perfectos, pero tampoco los hijos lo son. Todas las relaciones son complejas y complicadas, siempre hay un poco de amor y un poco de odio. En medio del amor más puro, pueden generarse resentimientos y enojo/odio, por más feo que este concepto se escuche.
Aceptar la existencia de estos sentimientos tan opuestos y tan cercanos es, sin duda, la primera condición para poder entender, resolver y reconciliar esta dinámica compleja.
Es interesante comprender el concepto paradójico que tiene la relación Madre-Hijo/a o la relación entre Padre-hijo/a. Por un lado, se encuentra el amor incondicional, puro, desinteresado, así como esta misma relación genera piques, luchas de poder y diferencias muchas veces inconciliables.
La naturaleza proporciona el sentimiento de protección, responsabilidad y cariño por los hijos, y a pesar de esto, existen varias relaciones donde los hijos sienten un rechazo, enojo, y frustración por no sentirse aceptados o queridos como ellos creen que deberían de serlo.
Las expectativas y las suposiciones así como la imposición de respeto, en conjunto de las ocasiones que la comunicación es lastimada, dan como resultado una relación compleja donde hay discusiones y problemas que no se resuelven fácilmente. A pesar de que también exista el amor y la gratitud que ambas partes puedan sentir.
No tiene nada de malo sentir amor-odio como padre, madre e hijos. Estos son sentimientos naturales y normales. El problema se inicia cuando cualquiera de las personas nutre más el sentimiento del odio que del amor. Por lo que se enfoca y se apega a sus carencias, a los aspectos negativos y disfuncionales de la relación. Entonces, el enojo, la decepción y el resentimiento impiden ver la generosidad y el cariño que también existe.
Poder integrar la versión negativa de las expectativas y las carencias con la posición positiva del amor, la gratitud y el reconocimiento de todo lo bueno que uno recibe, es en sí lo que se llama el proceso de sanar las relaciones.
Poder aceptar que a pesar de todo lo que molesta o enoja, hay mucho más que ese sentir, porque también hay un gran amor que permite sanar y reconciliar las diferencias.
Sólo cuando se siente más odio que amor, y se quiere vivir mejor, entonces se tiene que aprender a reconocer y apreciar lo que se ha recibido, y lo que tiene gracias esa relación; así, se logra la paz mental y tranquilidad del alma, condiciones necesarias para lograr una conexión sana con la persona y con el mundo, tornando el odio en amor y respeto.
Sin embargo, si la persona decide quedarse enfrascada con su enojo y resentimiento, entonces, vivirá sintiéndose miserable; por lo tanto, perderá la oportunidad de sanar sus relaciones, aislándose e ignorando o evitando a sus padres, despreciándolos y odiándolos.
La receta
Ingredientes
Aceptación incondicional – reconocer que cada persona es valiosa tal cual es
Valor – fortaleza para sobreponerse al dolor y a la decepción
Ojo noble – ver el lado bueno, con actitud positiva
Gratitud – agradecimiento por todo lo que la relación aporta
Amor – cariño y afecto por las personas y la vida
Afirmación Positiva para sanar la relación con tus padres;
Agradezco la vida que mis padres me han regalado. Ellos me dieron forma y figura, me marcaron la dirección para que pueda crecer y me dieron alas para poder volar y encontrar mi camino. Mis padres son seres humanos, no son perfectos, pero los quiero y los acepto como son. Siento gratitud por lo que me han dado, así como lo que no me pudieron dar. Mis padres me enseñaron el mundo que conocen, está en mí aprender a tomar lo todo bueno que me ofrecieron.
Como sanar la relación con mis padres:
1. Todas las relaciones tienen la dualidad de sentimientos amor-odio. Es importante aprender a enfocarse en los aspectos positivos que nutren a la relación para que estos sobrepasen al odio que se puede llegar a sentir.
2. Entre más sana sea la relación con tus padres, más sanas serán tus relaciones con el mundo. La calidad de tus relaciones se encuentra ligada paz interna que se logra mediante la conexión emocional y la comunicación clara.
3. Las confrontaciones y las diferencias de opinión forjan el carácter. La diferencia del carácter de los padres e hijos y las distintas prioridades permiten fortalecer los valores e intereses personales. El enojo bien encaminado ayuda a crecer y a superarse.
Tú eres tan feliz como buenas sean relaciones que tienes.
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