Rab Abraham Twerski
30 de agosto de 2019
“Mira, pongo delante de ti hoy la bendición y la maldición” (11:26)
Sforno afirma: “Tengan precaución de no ser como otras personas, que se ubican en un término medio. ‘Yo pongo delante de ti la bendición y la maldición’. Ambos son dos extremos de acuerdo a la forma de vida de la Torá. No hay término medio”.
Este principio es frecuentemente encontrado en los textos de ética y jasidut. Nosotros tendemos a pensar que hay Mitzvot, preceptos que son obligatorias, y pecados, cosas que son prohibidas. Sin embargo, hay un área vasta que parece ser neutral. Comer Matzá en Pésaj es una Mitzvá. Comer Taref es un pecado. Pero comer comida kosher no entra en ninguna de las dos categorías. Simplemente es permitido.
Nuestros escritos de ética eliminan la categoría de neutralidad. El principio subyacente de la forma de vida de Torá es: “Conoce a Di’s en todos Sus caminos” (Proverbios 3:6). El conocimiento que fuimos creados para cumplir una misión en este mundo debería direccionar toda nuestra atención hacia el cumplimiento de dicha misión: Servir a Di’s con todo nuestro corazón y todas nuestras posibilidades. Esto requiere energía, que deriva de la alimentación. Esto requiere un cuerpo sano, que necesita descansar para funcionar adecuadamente. Uno puede participar de muchas cosas buenas en este mundo, y si esto es realizado de una manera que mejora nuestra salud y funcionamiento, que, a su vez, nos permite cumplir acabadamente con nuestra misión, entonces estas actividades permitidas se convierten en Mizvot. La indulgencia en los placeres terrenales para beneficio propio es una negligencia en el cumplimiento del deber. Todo aquello que no es bueno debe ser considerado malo.
Este concepto, afirma Sforno, es único para el judaísmo. En el mundo secular, hay un concepto: “Dale a Di’s lo que es de Di’s y al César lo que es del César”. En el judaísmo, no hay tal dicotomía. Es nuestro deber someter todo a la soberanía Divina.