Alberto J. Rotenberg
20 de setiembre de 2019
(Foto: tentulogo.com)
Se han llevado a cabo las elecciones en Israel y aún no se ha definido la composición del nuevo gobierno. Sin embargo, más allá de quién resulte finalmente electo, es posible sacar algunas conclusiones. La parashá de esta semana Ki Tavó aporta un concepto esencial.
Está escrito (Debarim 26;6): “Vayarehu Otanu HaMitzrim Vayeanunu”, que a priori podría traducirse como: “Los egipcios nos hicieron daño, nos maltrataron e hicieron sufrir”. Sin embargo, el Rab Abraham Twerski analiza el versículo y nos explica que la traducción más ajustada sería “nos hicieron malos”. Es decir, si estuviéramos hablando que los egipcios nos hicieron mal, la expresión correcta en hebreo podría haber sido “Vayarehu Lanu” más que “Vayarehu Otanu”. En una palabra, la traducción que mejor se adapta al texto sería: “Los egipcios nos hicieron malos”, es decir, nos corrompieron. Una segunda posible traducción para “Vayarehu” es la que se deriva de la palabra “rey’a”, amigo, en cuyo caso el versículo se leería “ellos se hicieron nuestros amigos”.
Así encontramos una coincidencia en ambas acepciones. Los egipcios nos corrompieron de ambas formas: Una mediante su trato cruel, los que nos llevó a perder nuestra sensibilidad por el prójimo; y por otra parte trabando relación de amistad con nosotros, nos degeneramos al establecer vínculos con ellos.
Cabe agregar que, por el mismo motivo, la Torá ordena al pueblo judío destruir todos los ídolos e imágenes que encontraran al ingresar a la Tierra de Israel para evitar cualquier influencia negativa. Asimismo, nos fue ordenado que, al ungir a un rey, éste debía ser precisamente un integrante del propio pueblo judío.
Antes y durante el proceso eleccionario, desde distintos ámbitos académicos y políticos de la sociedad israelí se escucharon expresiones que cuestionaban no sólo la presencia de personas apegadas a la observancia de nuestros preceptos dentro del gobierno, sino que postulaban integrar una coalición gobernante con representantes de origen árabe -situación que generó la oposición de otros candidatos que ven en esta situación una amenaza a la seguridad de Israel-. (Hasta ahora los mismos árabes prefirieron ser oposición). Además, se manifestaban en contra de cualquier disposición que tuviera que ver con la vigencia de preceptos de orden religioso -relacionado con el transporte público en Shabat, entre otros-, argumentando que deseaban que Israel se convirtiera en “un país normal” como el resto.
Sin duda que la influencia del entorno, las ideas y valores que son ajenos a nuestra identidad milenaria, una y otra vez a lo largo de la historia acechan al apego del judío a su naturaleza y a su misma esencia como miembro del pueblo elegido por el Creador del Universo, intentando corromperlo.
No somos iguales que el resto. Hemos aceptado y recibido la Torá que es nuestra guía y manual de instrucciones para llevar una vida con contenido espiritual y apego al Todopoderoso. Es más, se nos ordena “ser sacerdotes entre las naciones” a través de mantener una conducta íntegra y ejemplar.
La Shoá marcó un antes y un después en la historia de la humanidad y en especial de nuestro pueblo. Sin embargo, lejos de aprender la lección, vemos como está creciendo el antisemitismo en todo el mundo, incluso en sitios donde antes era impensado que pudiera aflorar -y sin embargo está ocurriendo-. ¿Han servido todos los esfuerzos para educar a la persona en las trágicas consecuencias del odio? ¿Acaso si no se hubieran construido tantos museos, dictado tantos cursos y escrito tantos libros, el nazismo habría sido aún mayor?
Pero miremos la otra cara de la moneda. Los judíos deseaban integrarse en la culta sociedad alemana dejando de lado nuestros valores. Sin embargo, un elevado nivel intelectual y académico puede ir acompañada de un analfabetismo espiritual que deriva en una hecatombe moral. Una combinación letal: la inteligencia al servicio del mal. Ya en Egipto estudiamos cómo el faraón veía a los hebreos como una amenaza desde el momento que abandonaron su reducto en Eretz Goshen y se multiplicaron en todo su territorio. Y no hizo falta mucho tiempo para que sean vistos como una amenaza, como un peligro para la sociedad gentil, y comenzó su persecución y sometimiento.
¿Nosotros aprendemos la lección?
Por otra parte, si tanto desean algunos de nuestros hermanos en ser gobernados por los árabes, ¿por qué no intentan mudarse a Irán, Siria o Gaza? Y luego nos cuentan cómo les fue… si pueden.
Que el Rey del Universo nos proteja, nos guíe, ilumine la mente de nuestros dirigentes, nos ayude a crecer espiritualmente y observar los preceptos para que del Cielo bajen y nos prodiguen todas las bendiciones.