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Si pagas el precio (de la crisis), vivirás con pasión

Si pagas el precio (de la crisis), vivirás con pasión

Alex Corcias

20 de abril de 2020

Keep Calm, el Covid te hará más fuerte

Decidí publicar estos artículos justamente en esta época en la cual nos enfrentamos a una situación compleja e inesperada. El Covid-19 ha cobrado cientos de miles de vidas y la situación promete grandes cambios sociales y económicos. Sin duda, la familia será uno de los focos de cambio más dramáticos en esta nueva era. Por naturaleza, muchos de nosotros tendrán que enfrentar desafíos distintos a los que vivimos en nuestra adolescencia, y para los cuales no tenemos ninguna experiencia pasada o modelo de referencia. Eso sin duda, puede ser causa de angustia.

En este artículo voy a continuar relatando los aprendizajes que obtuve de una experiencia estremecedora. Hace algo más de una década, fui testigo de un suicidio, vi como un hombre se lanzaba de un séptimo. (El relato completo de esa estremecedora experiencia lo relato en detalle en el quinto capítulo de mi libro “Propósito”- El eje central de una vida apasionante).

La desesperación

Mientras seguía pensando en aquella experiencia, me vino a la mente una idea. Me pregunté: cuando esa persona decidió saltar ¿tenía libre albedrio? ¿Por qué alguien decidiría quitarse la vida? Esta pregunta fue una llave para abrir una puerta de entendimiento dentro de este asunto perturbador. Hay una regla en el mundo del coaching y la psicología, que es un principio judío: Toda acción (o inacción) se debe a una de estas dos motivaciones: conseguir placer o evitar dolor (véase el ensayo sobre libre albedrio del Rav Eliyahu Dessler en su libro Mijtav MeEliyahu).

Placer y dolor…  a tu favor

El juego entre el dolor y el placer es nuestro motor. Toda persona necesita obtener placer y evitar dolor, tanto en el plano físico como en el emocional. Es una ley natural. El verdadero desafío consiste en definir qué placer vale la pena perseguir y qué dolor vale la pena sufrir. Siendo así, entendemos que alguien que se suicida persigue algún placer o busca suprimir un dolor. Esta persona posiblemente busca una “solución” a algún problema. Entendí que esa persona estaba tan desesperada por su sufrimiento, que pensó acabar con su vida para acabar el sufrimiento. Lamentablemente, estaba muy lejos de la realidad, pues, el sufrimiento está conectado a la mente y no al cuerpo.

Hay que ser muy valiente para suicidarse

Esto lo digo con cierta ironía, pues alguien que comete este horrible acto está buscando escapar del sufrimiento; sin embargo, para cometerlo, hace falta valentía. El hombre por instinto busca sobrevivir. Nuestro organismo se protege incluso de la propia necedad. Para burlar estos mecanismos de supervivencia hace falta creatividad, persistencia y determinación. Esas destrezas no deberían usarse para la atrocidad de un suicidio, sino para ser creativo y crecer emocionalmente; para beneficiar a otros con amor y bondad; para ser más generosos; para acumular sabiduría; para vencer miedos y atreverse a conquistar límites.

Qué piensa el hombre que se suicida

Si esta persona quiso acabar con el sufrimiento, éste seguramente era insoportable. Ahora, existen decenas de sufrimientos que uno está dispuesto a pasar porque sabe que valen la pena. Alguien que sufre con un propósito tiene fuerza y motivación para superarse, quien sufre sin un propósito, sólo tiene melancolía y tristeza. ¿Cuándo el sufrimiento se hace doloroso e insoportable? Únicamente cuando carece de propósito, cuando no se puede visualizar un provecho. Ese tipo de sufrimiento es desesperante.

El propósito del sufrimiento

El Dr. Víctor Frankl —quien fue prisionero en Auschwitz— escribe que el sufrimiento es parte de la vida. Estas líneas de su libro me llamaron la atención:

“El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Sin todos ellos, la vida no es completa”.

Eso no significa que el propósito de la vida sea sufrir. Pero, si el sufrimiento carece de propósito, entonces no vale la pena. A partir del sufrimiento, se puede crecer emocionalmente, ganar humildad y sabiduría, paciencia y visión. El sufrimiento puede ser un maestro para aceptar que no sabemos nada. Por supuesto, nadie quiere sufrir; pero cuando ocurren situaciones que escapan de nuestras manos, podemos acudir al maravilloso poder de la actitud para decidir cómo sufrir y conectarnos a un propósito mayor que da sentido al sufrimiento.

El dolor es el precio que se paga por el verdadero placer

Una madre sufre en la sala de parto, pero apenas ve a su recién nacido, se emociona y agradece por tan bella experiencia. Mi esposa incluso le dice: “Por ti lo volvería a pasar mil veces… ¡No es nada, mi vida!”. En mi humilde opinión, eso es grandeza. El nacimiento de un bebé es peligrosísimo para la madre y para el bebé; y es también muy doloroso para ambos. Entonces, cabe preguntar, ¿por qué ponerse en esa situación?, ¿somos acaso masoquistas? Igualmente pasa con la crianza de un hijo, ¿por qué aceptamos tanto sacrificio, incertidumbre, noches sin dormir, años de esfuerzo y gasto? Rav Nóaj preguntaba a sus alumnos: “¿Cuál es el mayor placer de vuestros padres?”, y todos respondían “¡Los hijos!”; a lo que el Rav preguntaba: “Ahora díganme, ¿cuál es el mayor dolor de cabeza de vuestros padres?”. Y, riéndose, respondían: “¡Los hijos!”. ¡Nuestro mayor placer es a la vez nuestro mayor dolor! ¿Por qué?, muy simple: El dolor es el precio que se paga por el placer. Cuanto más placer uno aspira, mayor será el precio por pagar.

El mundo después de Covid-19, será (en lo que la dimensión del cambio se refiere) algo así como el mundo tras una guerra mundial o un desastre natural de dimensión global, o quizás peor. Evidentemente, el suceso del que fui testigo es lamentable y nadie debería llegar a tal situación. Sin embargo, es una oportunidad para entender los secretos más profundos de nuestro mundo emocional y como enfrentar las dificultades y el inevitable sufrimiento. Así también en la era post Covid-19 vendrán grandes oportunidades para prosperar en muchos aspectos, entre los cuales está el emocional.

Querido lector ¿has pensado alguna vez en el propósito del sufrimiento? ¿En qué áreas de tu vida enfrentas desafíos y cómo crees que puedes usarlos a tu favor? Piensa en el placer y el dolor como fuentes de motivación, y siempre define tu propósito. ¡éxito!

Dedicado por Alberto Benbunan G. en memoria de sus tíos Simona, Elías, Raquel e Isaac Garzón Serfaty z»l. En memoria de Oro Bat Esther z»l. Y para la pronta recuperación de Yaacov Ben Sara.

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