Sivan Rahav Meir
12 de agosto de 2020
Estamos de vacaciones en el norte. Nosotros y millones más. Alguien comentó ayer que Israel nunca tuvo tantos de sus hijos en esta tierra al mismo tiempo. Ya que a cada verano muchos israelíes viajan al exterior y ahora todos están aquí. Además de que desde que empezó el coronavirus regresaron a Israel unos doscientos mil israelíes que vivían en el exterior.
Así que nuestra casa compartida está abarrotada y no hay ni una posada que tenga algún cuarto libre, pero esto también es muy especial.
Al pasear por la tierra al mismo tiempo leemos en la Torá, en el Libro de Deuteronomio la súplica de Moshé Rabeinu: “Yo moriré en esta tierra, no cruzaré el Jordán. Pero ustedes si lo cruzarán y tomarán posesión de esta buena tierra”.
Moshé Rabeinu rezó y suplicó y no pudo entrar. Nosotros sí pudimos. Él tuvo permiso solamente de mirar desde lejos y esto fue lo el que nos relató: “Pues Hashem, tu Elokim te lleva a una tierra buena, tierra de torrentes de agua, de manantiales y aguas subterráneas que afloran por el valle y la montaña; tierra de trigo, de cebada, de uva, de higo, de granada; tierra de olivas de aceite, y de miel”.
Es fácil olvidarse de esta realidad cuando estamos en medio de embotellamientos vehiculares o en las filas en este agosto, pero vale la pena, que cada uno que está de vacaciones, tome un momento, mire el paisaje y se recuerde. Durante miles de años hemos leído estos versículos de la parashá y al mirar a través de la ventana vimos Siria o Rusia. Nosotros hoy tenemos el mérito de leerlos desde esta tierra buena.