27 de octubre de 2020
Esta mañana temprano, el Consejo de Asuntos Públicos Musulmanes presentó un escrito de amicus (amigo de la corte) ante el Segundo Circuito en apoyo de la demanda de Agudah que desafía la orden ejecutiva dirigida a nuestra comunidad. Explicaron que “creen que la fe islámica enseña a los musulmanes a querer para los demás lo que quieren para ellos mismos, y que apoyar a la comunidad judía en este caso es en interés del bien común”.
YWN puede traerle exclusivamente las páginas iniciales de su informe.
“Desde la antigüedad, los pueblos de todo el mundo han investido simbólicamente las irregularidades percibidas de su comunidad en “chivos expiatorios”, que son sacrificados con la esperanza de que esas malas acciones sean expiadas y los tiempos difíciles pasarán. Con demasiada frecuencia, las minorías religiosas han servido como chivos expiatorios en tiempos de enfermedad, guerra y miedo, desde los judíos durante la Peste Negra hasta los testigos de Jehová durante la Segunda Guerra Mundial y los musulmanes después del 11 de septiembre. Lo último en una línea larga y preocupante de tales incidentes son las declaraciones y políticas del gobernador Cuomo que culpan a las comunidades judías ortodoxas por la propagación del COVID-19 y las apuntan específicamente por cierres y restricciones, todo a pesar de la escasez de pruebas.
“Las órdenes del gobernador imponen restricciones a las comunidades predominantemente judías que son más duras que las de los vecindarios con tasas de COVID similares. De hecho, el gobernador reconoció con franqueza que la comunidad judía era el “objetivo” y el “problema”. Una ley de este tipo, dirigida a la conducta religiosa, es la antítesis de una ley neutral y de aplicación general. Ver Congreso Rabínico Central contra el Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York, 763 F.3d 183, 193 (2d Cir. 2014).
“Además, lejos de ser estrictamente adaptados, los funcionarios del gobierno han admitido que las nuevas restricciones son “contundentes” y están talladas con un “hacha”, en lugar de “una respuesta sofisticada y muy matizada”. Y el ímpetu de la política es una “respuesta impulsada por el miedo” destinada a gestionar la “ansiedad” de sus electores. Afortunadamente, la Primera Enmienda no aprueba la intolerancia religiosa como una forma de manejo de la ansiedad. Véase Church of the Lukumi Babalu Aye v. City of Hialeah, 508 US 520, 531–33 (1993).
“Lo que está en juego con el fallo de esta Corte es alto. Hoy en Nueva York, los crímenes de odio contra los judíos estadounidenses están en su nivel más alto desde 1992. La retórica acusatoria del gobierno está avivando las llamas de una posición ya precaria para los judíos ortodoxos de la ciudad, y este comportamiento irresponsable puede tener consecuencias mortales. Este Tribunal debería derogar las políticas gubernamentales que están arraigadas y fomentar una hostilidad religiosa tan peligrosa. La Primera Enmienda no exige nada menos.
(YWN)