Sivan Rahav Meir
Tres palabras de Rashi cuentan toda la historia: El Pueblo de Israel ya está por entrar a la tierra y asentarse en ella, y cientos de años después se habla de un evento en que un agricultor que sale a su campo y ve allí las primicias. Toma el primer fruto, sube con él a Jerusalem, y en una emocionante ceremonia pronuncia un discurso que está dedicado a dar gracias al pasado y de esperanza hacia el futuro. ¿Cuál es el significado de esta ceremonia? ¿Por qué uno debería emocionarse tanto con el primer higo que creció en el jardín?
Rashi lo define de esta manera: “Para que no seas mal agradecido. Esto es un tipo de prueba: ¿Eres capaz de sentirte agradecido por algo y regocijarte en ello? ¿De ver de dónde cada cosa viene y no tomar nada por sobre entendido?
La enseñanza aquí es la de adoptar esta característica al ingresar a la tierra de Israel. Identificar constantemente las chispas de bien y bondad y hacer de ellas algo grande y dar por ello las gracias.
No dejar de alabar, glorificar y emocionarse. A pesar del coronavirus, a pesar de la política, a pesar de todo, judíos de todas las generaciones se hubieran turnado con nosotros, en este momento, con alegría increíble.
Estos versículos de la Parashá también nos llaman a mirar a nuestro alrededor y dar las gracias, justamente ahora, para que no seamos mal agradecidos.