Foto: United Hatzalah EMT Gal.
El jueves por la tarde, Gal, un voluntario de United Hatzalah de Or HaGanuz en el norte de Israel, y su hijo de 15 años salieron a comer sushi en un centro comercial de Netanya. Unos pocos niños corrían por el restaurante cuando uno de ellos, un niño de cinco años, se detuvo de repente y se quedó inmóvil. Gal rápidamente se acercó y descubrió que el niño apenas respiraba. Su madre desesperada le explicó a Gal que su hijo tenía antecedentes de asma y que éste no era su primer ataque. Después de que la madre le aseguró que las cosas estaban bajo control, Gal regresó con su hijo.
“Mi hijo es muy alérgico al maní”, relató Gal. “Tiene dos EpiPens, uno de los cuales siempre lleva consigo. Uno de los EpiPens se había extraviado y decidimos ir a la clínica del centro comercial para obtener una receta para otro bolígrafo. Después de terminar nuestro sushi, caminamos un rato antes de subir al quinto piso, donde se encuentra la clínica”.
Al salir del ascensor, Gal entró en la escena de una crisis con el niño que había observado en el restaurante de sushi, que ahora yacía inconsciente, apenas respiraba y comenzaba a convulsionar.
Gal estuvo a su lado en un instante, evaluando la situación. Ante la sospecha de una reacción anafiláctica, Gal le preguntó a la madre si su hijo era alérgico a algo. Ella respondió que, si bien había una aparente sensibilidad, todavía estaban en el proceso de descubrir la naturaleza de sus alergias.
No había oxígeno ni EpiPens en la clínica y Gal estaba segura de que la vida del niño estaba en peligro. El hijo de Gal le entregó su EpiPen y, con la aprobación del médico de la clínica, el EMT inyectó la adrenalina que le salvó la vida en el muslo del niño. En unos momentos, la hinchazón y la urticaria desaparecieron y el niño comenzó a respirar de nuevo. Recuperó la conciencia y comenzó a llorar. Su madre lo abrazó con fuerza, llorando junto a él. Gal recordó que era increíble ver lo rápido que el cuerpecito azul y flácido volvía a la vida.
Quince minutos después, llegó un equipo de ambulancia y el niño fue transportado al hospital para una evaluación y observación adicionales. Más tarde, la familia buscó la identidad de su ángel de naranja y llamó a Gal para expresarle su más sincero agradecimiento. Los médicos del hospital le habían dicho a la familia que, si no fuera por la intervención de Gal, el pequeño habría muerto ya que no habría pasado otros 15 minutos hasta que llegara la ambulancia. Los médicos agregaron que, por lo que podían decir, los órganos del niño ya habían comenzado a cerrarse cuando Gal le administró el Epipen, lo que lo salvó en el último momento.
“Mi hijo casi muere hace dos años cuando sufrió una intensa reacción alérgica”, recuerda Gal. “Estaba completamente azul y no respiraba. Le salvé la vida administrándole un EpiPen. Ahora, su EpiPen salvó la vida de otro niño. La madre me dijo el viernes cuando se comunicó que ese jueves, el día del incidente, era su cumpleaños. Dijo que le había dado el mejor regalo de cumpleaños, la vida de su hijo”.