728 x 90

¿Unas simples palabras pueden provocar tanto daño?

¿Unas simples palabras pueden provocar tanto daño?

Rab Salo Michán M.

La siguiente historia real, ilustra la gravedad de hablar lashón hará.

El Jafetz Jaim (Rab Israel Meir Kegan, 1838-1933) y otro rabino partieron en una ocasión en un viaje de tres días para ocuparse de las necesidades espirituales de un pueblo en algún lugar de Polonia. En el camino se detuvieron en una posada en la cual les prepararon una mesa especial, porque la dueña del restaurante reconoció a los prestigiosos rabinos.

Ella se preocupó de que se les atendiera de inmediato y, cuando terminaron de comer, se acercó y les preguntó:

—¿Qué les ha parecido mi comida?

—Muy buena —dijo el Jafetz Jaim—. Realmente estaba excelente.

—Oh, estaba bastante bien —dijo el otro rabino—. Pero yo le hubiera agregado un poco más de sal.

Mientras la mujer se alejaba, el Jafetz Jaim palideció y exclamó:

—¡No puedo creerlo! ¡Toda mi vida evité hablar o escuchar lashón hará y ahora Di’s me hizo viajar con usted, y tengo que sufrir oyéndolo hablar lashón hará! Lamento haber viajado con usted y estoy seguro de que el propósito de nuestro viaje no es puramente debido a una necesidad espiritual. De otra manera, esto no me habría ocurrido.

Al ver la reacción del Jafetz Jaim, su compañero se asustó.

—¿Qué he dicho que fuera tan terrible? ¡Dije que la comida estaba rica y sólo agregué que necesitaba un poco más de sal!

—¡Usted no comprende el poder de las palabras! —gritó el Jafetz Jaim—. Probablemente esta mujer no cocina por sí misma. Su cocinera puede ser una viuda pobre que necesita este trabajo para mantener a su familia. Ahora, debido a lo que usted ha dicho, la propietaria irá a la cocina y se quejará con la cocinera porque la comida no tenía suficiente sal. Para defenderse, la pobre viuda dirá: “Por supuesto que le pongo suficiente sal a la comida. Incluso la pruebo antes de servirla”. La dueña la acusará de mentir y le dirá: “¿Acaso quieres decir que estos rabinos son mentirosos?”.

Ellas comenzarán a discutir; palabras fuertes darán lugar a palabras aún más fuertes y la dueña del restaurante se enojará tanto que terminará despidiendo a la pobre cocinera. En consecuencia, ¡la mujer se quedará sin trabajo y sin ingresos!

Mire cuántas transgresiones ha provocado:

1. Usted habló lashón hará.

2. Provocó que la dueña del restaurante y yo escucháramos lashón hará.

3. Provocó que la dueña repitiera las palabras de lashón hará y eso constituye el pecado de rejilut (ser chismoso).

4. Provocó que la cocinera mintiera.

5. Por su culpa, la propietaria del restaurante provocó dolor a una viuda.

6. Provocó una pelea, lo cual es otra violación a la Torá.

El Rab sonrió al Jafetz Jaim y le dijo, suave y respetuosamente:

—Rab Israel Meir, por favor; está usted exagerando. Unas simples palabras no pueden provocar tanto daño.

—Si eso piensa usted, vayamos a la cocina para comprobarlo por nosotros mismos —le dijo el Jafetz Jaim poniéndose de pie.

Y al abrir la puerta de la cocina, vieron que, efectivamente, la dueña del restaurante estaba reprendiendo a la cocinera; la pobre mujer secaba las lágrimas de sus ojos.

Cuando el Rabino vio lo que estaba ocurriendo palideció y corrió hacia la cocinera pidiéndole perdón y disculpándose por cualquier daño o dolor que le hubiera provocado. También suplicó a la propietaria que lo perdonara, que olvidara todo el incidente y que permitiera a la mujer seguir trabajando. Incluso ofreció pagarle para que no despidiera a la cocinera.

La propietaria era una mujer muy buena y ella también deseaba cumplir con el pedido del rabino.

—Por supuesto, por supuesto —le dijo enseguida—. Mi única intención era que ella comprendiera que debe ser más cuidadosa. Ella es una buena cocinera y continuará trabajando aquí.

¡Imaginemos qué hubiera sucedido si el Rabino hubiese alabado a la cocinera por su sopa! ¿Qué hubiera pasado si él hubiese dicho: “¡Por favor, agradézcale a la cocinera por la mejor sopa que comí durante toda la semana…!”?

Ese es el poder que tienen nuestras palabras para destruir… ¡o construir!

Noticias Relacionadas