Sivan Rahav Meir
La Dra. Rakefet Ben-Yishai escribe así: “¿Conoces estos tiempos difíciles en la vida, cuando simplemente tienes ganas de decir: me fui a dormir, despiértenme cuando todo termine? En momentos como éstos se hace fácil saber que el final será bueno, que todo se arreglará, en especial cuando los Bnei Israel se encuentran frente un largo y difícil exilio en Egipto.
En la Parashá está escrito que Iaacov Avinu quiere revelarles a sus hijos, antes de su muerte, el final de los días y explicarles cuándo y cómo todo terminará, pero Elokim evita que esto suceda. ¿Por qué?
Los procesos difíciles y largos como el exilio están diseñados para construirnos y elevarnos a un nuevo nivel, para hacer crecer las fuerzas dentro de nosotros y llevarnos a arreglar algo en nosotros mismos y en el mundo. Existe el temor de que, si sabemos exactamente cuándo y cómo terminará todo, viviremos con un sentido de pasividad y complacencia. Simplemente sentiremos que las cosas, al final, funcionarán de alguna manera por sí mismas, y no haremos el trabajo espiritual y práctico para el cual ha sido destinado el proceso.
Todo el mundo quisiera saber cuándo se casará, cuándo tendrá hijos o cuándo se harán realidad todo tipo de sueños.
Iaacov les dice a sus hijos así: Habrá un fin, será bueno, pero este fin está escondido y cubierto. No se sabe cómo ni cuándo llegará la salvación, por lo que la responsabilidad de traerla recae sobre sus hombros. Es necesario que hagan un esfuerzo, que averigüen y descubran qué hay que arreglar, qué se necesita promover, qué fuerzas desarrollar, comprender cómo actuar y qué es lo correcto para lograr traer la redención.
Es una responsabilidad pesada y en ocasiones frustrante, pero gracias a ella nos transformamos, de seres pasivos que necesitan que la salvación que nos caiga del cielo, en verdaderos socios responsables en traer el bien a nosotros mismos y al mundo. Que sea con éxito”.