Sivan Rahav Meir
Casi siempre tenemos una canción en la cabeza. El último Shabat, conocido como “Shabat Shirá” nos invita a prestar atención a cuáles son las canciones que nos acompañan en la vida. Una melodía puede fortalecernos o debilitarnos, elevarnos o deprimirnos.
Esta semana, en Parashat Beshalaj, leímos la “Canción del Mar”. Los hijos de Israel salieron de Egipto, el Mar Rojo se abrió y ante el momento histórico que tuvo lugar frente a sus ojos, simplemente prorrumpieron en una conmovedora canción de acción de gracias por el pasado y oración por el futuro. La canción describe cómo el mundo entero fue sacudido por el Éxodo de Egipto y llenó de fuerza al Pueblo en su camino hacia a la Tierra de Israel. Estas palabras se han convertido en una canción eterna, que hasta el día de hoy se repiten todas las mañanas en Shajarit, la oración de la mañana.
¿Cuál es el poder de la canción? El mundo del habla es limitado. Está conectado a la mente. El mundo del canto es infinito y se conecta a la emoción.
La canción también tiene el poder de conectarnos: cuando uno habla, los demás tienen que estar en silencio, de lo contrario, uno sólo escucharía ruido y desorden. Las personas no pueden hablar al mismo tiempo. Pero cuando se empieza a cantar, diferentes personas pueden hacerlo juntas, en armonía, agregando más y más voces.
Miremos al Éxodo de Egipto: las personas tomaron los hechos (la partición del Mar Rojo) y los elevó a canción (“¡Cantaré al Señor!”). Y así vemos que la canción motiva tanto al individuo como a toda la nación, y los conecta a nuestra común y apasionante historia.
Entonces, ¿qué canción te acompañará hoy?