Sivan Rahav Meir
Esta es la respuesta emocionante y profunda que recibí en una entrevista. Ayer conocí a Or Elharar, la viuda del comandante Itamar Elharar, quien murió, junto con el comandante Ofek Aharon, a causa de disparos hechos por error por un soldado, la semana pasada.
Escuché de Or cómo ella y su esposo se conocieron, cómo se casaron en una pequeña boda en tiempos de corona, en el patio (“Aprendí a hacer las cosas de acuerdo con la situación. No hay catering, no hay salón de bodas, pero hay un novio y eso es lo principal”) y también cuán dedicado y cariñoso era Itamar (“me hizo sentir que cada minuto conmigo era lo más preciado”).
Me dijo que repetiría exactamente el mismo camino, incluso si supiera que de esa manera se separarían (“Me sentía completa todos los días que vivimos juntos, y lo haría todo de nuevo”).
Al final, con delicadeza le pregunté qué tenía que decirle a N., el soldado que hizo los disparos en el incidente. Or se detuvo a pensar y respondió:
“Fue una situación accidental y creo que, si Itamar hubiera cometido un error como éste, si la situación hubiera sido al revés, hoy hubiera estado aquí con un esposo que me gustaría que siguiera viviendo. Cuando hablo con N., pienso para mí misma: si fuese Itamar el que disparara, ¿qué querrías? Y la respuesta es que me gustaría que le dieran fuerzas para sobreponerse a esto. Y es esto lo que le digo a N. y a su familia: que lo amparen, lo fortalezcan y estén con él lo más posible, que le den fuerzas para seguir viviendo”.
Dicen que debemos cumplir con el precepto “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esto es amar al otro como te amas a ti mismo, ponerte en su lugar y comportarte como te gustaría ser tratado. Ayer, en circunstancias lamentables, lo vi frente a mis ojos.