Sivan Rahav Meir
¿Dónde se ha ido la espiritualidad? ¿Por qué después de los Diez Mandamientos, después del emocionante evento del Monte Sinaí, la Parashá nos da tantas instrucciones prácticas? ¿Por qué dedican docenas de versículos a las tablas y cortinas del tabernáculo, al encendido de la Menorá y luego a las vestiduras del sumo sacerdote? ¿Qué importancia tiene todo esto?
Nuestros comentaristas explican que la espiritualidad no es inspiración que nos llega del cielo. Requiere mucho trabajo y esfuerzo continuo. La rutina diaria no contradice la santidad, más bien es el camino para alcanzarla. Estas parashiot (porciones semanales de la Torá) nos educan a un orden diario, a ser perseverante, al compromiso y la dedicación, a las pequeñas tareas constantes que a largo plazo nos cambian.
Thomas Edison, el inventor del bombillo, cierta vez dijo que la genialidad depende el uno por ciento de la inspiración y el noventa y nueve por ciento de la inversión. El rabino Yonathan Sacks citó esta frase y dijo que lo que es cierto en el arte, la ciencia, los negocios y la industria, también lo es en la vida espiritual. Crecer espiritualmente requiere un esfuerzo continuo y una rutina diaria.
La Parashá nos recuerda que cuidemos bien el esfuerzo del noventa y nueve por ciento, para que al final recibamos la inspiración.