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Qué aprendí del Rabino Simja Kook

Qué aprendí del Rabino Simja Kook

Sivan Rahav Meir

Hace un año, en esta fecha falleció el Rabino Simja Kook. Siguiendo la invitación de un pariente cercano al Rav, en esta misma fecha, hace un año, mi esposo Yedidia y yo empezamos a recolectar historias para el libro que estamos escribiendo sobre él. He aquí dos ejemplos en los que esta misión ya ha impactado mi vida:

Comencemos con la situación de seguridad. La semana pasada una residente de Rehovot falleció al ser atingida por un misil. El Rav Kook fue el rabino de la ciudad durante unos cincuenta años, y algunas personas me escribieron: “El rabino Kook lloraba durante largos minutos por cosas como ésta”. Nosotros nos apresuramos por dar consejos sobre la situación de seguridad, por expresar nuestra opinión, pero a lo largo de los años, durante varios ataques, el rabino en primer lugar sólo lloraba. Al enterarse de un ataque, derramaba lágrimas, como si fuera un pariente suyo. ¿Por qué “como si fuera”? Porque el sentía que cada judío era realmente su pariente.

Para el segundo punto, Yedidia y yo leímos “Matzav Rav Simja”. Nos dimos cuenta que en cada visita y en cada encuentro con la gente, antes de enseñar, simplemente elevaba a los presentes, exactamente donde se encontraban. Les mostraba lo maravillosos e importantes que son, lo enorme que es su misión aquí y ahora. Estos podían ser recién llegados al país, soldados, estudiantes de Yeshivá, maestros, conductores o trabajadores de limpieza. No lo hacía de manera artificial, realmente creía en ello. Realmente le daba un profundo y verdadero respeto a cada criatura, en cada función que desarrollara. Eres bienvenido a tratar de vivir en tal conciencia de vez en cuando.

Estos son sólo dos cosas pequeñas, de una gran persona.

En su memoria.

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