R. Feige Twerski
Hace poco escuché una entrevista con un destacado experto en el campo de la tecnología que informó sobre los últimos avances en empresas impulsadas por la tecnología como Google y Microsoft. Su observación final fue que, si estas empresas quieren sobrevivir en el mercado actual, tienen que seguir elevando el listón porque lo que es actual hoy quedará obsoleto mañana. De hecho, observó, debido a la importancia de este aspecto de la economía, es extremadamente difícil mantenerse al día con los últimos acontecimientos. No sorprende a un estudiante de Torá que lo que sucede en nuestro mundo físico sea sólo una metáfora de nuestra existencia espiritual.
Los textos sagrados nos recuerdan repetidamente que cuando se trata de la Torá, la regla es: “Si me abandonas por un día, yo te dejaré por dos días”. La implicación ineludible para Klal Israel es que, debido a que nuestra esencia es en última instancia espiritual, no tenemos otra alternativa que ascender la escalera hacia la excelencia espiritual momento a momento, día a día. La persona que soy hoy debería ser mucho mejor que la que fui ayer. Ignorar ese llamado a la excelencia significa que no avanzar un día en la escalera nos coloca en una desventaja de dos días.
Permitirnos la libertad de ser negligentes es costoso por dos razones; en primer lugar, está el trabajo que se suponía que debíamos haber realizado hoy; y, en segundo lugar, hemos perdido el nivel más alto al que nos habrían impulsado. En todos los campos de actividad existe un imperativo de educación continua. Los médicos, abogados, educadores y psicólogos deben mantenerse al día con los últimos avances. Si no, rápidamente se vuelven irrelevantes.
Tan pronto como Reb Saadia terminó su shiur, corrió hacia él, se arrojó a sus pies y lloró descaradamente, implorando al rabino que lo perdonara por su falta de respeto anterior. “Si hubiera sabido quién eras ayer”, se lamentó, “no te habría tratado tan mal”. Después de escuchar las sentidas palabras de remordimiento del posadero, Reb Saadia, entre lágrimas, comentó que diariamente todos deberíamos decirle al Maestro del mundo que si tan sólo hubiéramos sabido ayer lo que sabemos hoy de Su grandeza, nunca hubiéramos interactuado con Él de manera tan arrogante e inapropiada.
Nuestra obsesión por la tecnología, así como nuestra preocupación por todo lo nuevo y actual en cada área de nuestras vidas (¡Di’s no permita que usemos los estilos del año pasado!) nos conviene prestar al menos la misma atención a cómo nos va en nuestra relación con Hashem y con la condición de nuestros Neshamot. Sería bueno que apartáramos tiempo regularmente para evaluar nuestro crecimiento espiritual: nuestro aprendizaje, rezo, Midot, recitación de Berajot, todas las verdades que impactan en nuestra vida eterna.
Mientras seguimos las incesantes actualizaciones del mundo tecnológico, no nos atrevemos a dejar de seguir el ritmo de las “actualizaciones” del alma. Que Hashem nos conceda asistencia Celestial mientras buscamos decidida y persistentemente mejorar la calidad de nuestra relación con Él y Su Torá.