Foto: Soldados israelíes fotografiados el 22 de mayo.
Después de meses en los que se afirmó falsamente que la única forma de rescatar a los rehenes era llegar a un acuerdo con los terroristas islámicos, Israel lanzó una audaz operación de rescate a plena luz del día, atacando simultáneamente dos casas donde se encontraban retenidos cuatro rehenes.
La operación reunió al ejército israelí, el Shin Bet, su versión del FBI, Yamam, y la policía fronteriza, que penetró profundamente en territorio enemigo en una arriesgada misión de rescate que requirió sincronización precisa y contener a hordas de terroristas que se apiñaban para atacar a los rescatadores.
A pesar de las probabilidades, Israel lo logró. Y los medios de comunicación y el establishment político redoblaron su narrativa.
La Casa Blanca y los líderes internacionales reiteraron sus demandas de un “alto el fuego” que dejaría a Hamás en el poder y listo para lanzar otro el 7 de octubre.
Los medios de comunicación pasaron con entusiasmo las afirmaciones de Hamás sobre “víctimas civiles en masa”.
Ambos respondían al hecho de que la operación había demostrado una vez más que lo único correcto y moral era derrotar a los terroristas.
La única manera de detener el ciclo del terrorismo islámico es dejar de cerrar acuerdos con los terroristas.
