Ilustrativo. En esta foto de archivo del 21 de enero de 2000, Youssef Jajati, un líder de la comunidad judía en Siria, señala rollos de la Torá conservados en un recipiente de plata en la sinagoga Jobar en Damasco. (Foto AP/Bassem Tellawi, Archivo)
Muchos judíos de origen sirio en Israel, junto con sirios en todo el mundo, se alegraron por la caída del brutal régimen de 54 años de Assad que comenzó con el cruel gobierno de puño de hierro del presidente Hafez al-Assad en 1971 y continuó con el ascenso de su hijo Bashar al poder en 2000.
Yaffa Levy dijo a Ynet que podía sentir la pesada carga que su padre, Marco (Mordejai) Khalifa, llevó por el resto de su vida después de soportar la crueldad del régimen de Assad.
“Es una pena que mi padre no esté aquí para presenciar este cierre significativo”, dijo. “Mi padre nació en una familia adinerada en Siria. Eran dueños de una fábrica de semillas de nigella y vivían bien. Su nombre era Mordejai Cohen, pero lo cambió a Marco Khalifa para ocultar su identidad judía a los musulmanes. A los 16 años, abandonó Siria para ir al Líbano, donde se le encargó contrabandear judíos de Siria a Israel”.
“Lo hizo durante casi 20 años, a principios de los años 50, utilizando camiones para introducirlos a escondidas por los Altos del Golán. Los hombres de Asad finalmente se dieron cuenta. Como castigo y para dar ejemplo, encarcelaron y torturaron al padre de Marco, Yitzhak-Zaki Khalifa”.
Tras la detención de su padre, a Marco le pidieron que regresara a Siria para rescatar a una importante familia judía. “Mi padre estaba aquí, en Israel”, dijo Yaffa. “Enviaron a un hombre árabe de Yafo, padre de ocho hijos, para que lo acompañara y lo vigilara, advirtiéndole que sus hijos sufrirían daños si algo le sucedía a mi padre. Eran su garantía”.
“Mi padre se disfrazó de árabe y llegó a la casa de su madre en Siria, inicialmente fingiendo que mendigaba tzedaká y comida. Pidió quedarse a pasar la noche y luego reveló que era su hijo. Habían pasado años desde que se separaron. Al principio, ella no lo reconoció, pero cuando él se lo contó, le dijo: ‘Vete de este lugar, regresa a Israel inmediatamente y no vuelvas nunca más’”.
“Le dijo que habían torturado a su padre en prisión y le habían sacado los ojos. Temía que él corriera la misma suerte. Mi padre era sionista. Regresó a Israel, luchó en todas las guerras, sirvió en el ejército como recluta y en la reserva, participó en la liberación del Kotel en Jerusalén y formó una familia”, dijo.
“Pero siempre cargó con el peso de lo que le había pasado a su padre. Junto con la añoranza de su madre y de la familia que dejó atrás, fue una carga que llevó hasta el último día”.
Yaffa dijo que, aunque su padre falleció hace más de 30 años, ella y su familia sienten una sensación de cierre por la caída del régimen.
“Estábamos muy contentos”, dice Yaffa. “Vimos cuánto le dolía, así que es un gran alivio para nosotros”.