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¿Puede un mohel realizar un brit para una pareja no ortodoxa que adopta un bebé gentil a quien desean criar como judío?
El Talmud (Yevamot 47a) analiza el enfoque halájico de la conversión. Tenemos que preguntarle al futuro guer (prosélito): “¿Qué has visto que deseas convertirte [al judaísmo]? ¿No sabes que los judíos en la actualidad son perseguidos y oprimidos, despreciados, acosados y vencidos por las aflicciones?” Si responde: “Lo sé, y realmente no soy digno” [de unirme a sus problemas (Rashi ad loc.)], lo aceptamos de inmediato y se le dan instrucciones sobre algunos de los mandamientos menores y algunos de los mayores… y algunos de los castigos. Además, se le dirige así: Hasta ahora [como un ben Nóaj ], si comías jeilev (grasa prohibida), no habrías sido castigado con karet (muerte por decreto celestial), pero ahora que te estás convirtiendo al judaísmo, serás pasible del castigo de karet por ese pecado”. También se le habla de la diferencia entre un judío y un gentil en referencia al castigo por el incumplimiento de las Leyes Noájidas.
Así, vemos que se hace un esfuerzo para disuadir al futuro guer, debido a las enormes responsabilidades que ahora asumirá. Al pasaje talmúdico citado anteriormente, que es la fuente principal de las reglas sobre la conversión al judaísmo (gueirut), podemos yuxtaponer otro pasaje talmúdico (Ketubot 11a ) que trata del caso en cuestión: el de un niño menor que se convirtió sin su posterior consentimiento informado y maduro (antes de los 13 años para los niños y antes de los 12 años para las niñas). “R. Huna dijo: ‘Un prosélito menor (guer katán) es sumergido [en el baño ritual para la conversión] con el consentimiento del beit din ‘”. Rashi (ad loc.) explica que este tribunal está formado por “las tres personas que están presentes en la inmersión, como es la regla en todas las inmersiones para la conversión, y se convierten en su ‘padre’”.
El Talmud se refiere a un caso en el que el niño no tenía padre y la madre lo trajo para que se convirtiera. Ese beit din, además de convertirlo, también asume la posición de la parte que consiente [no para tomar el lugar de su consentimiento maduro posterior] a esta conversión. Ver también Tosafot, Rid ad loc., que analiza el caso en el que tampoco hay madre, y concluye que la conversión puede tener lugar también en ese caso. Nótese también la opinión del Gaón R. Jaim Ozer Grodzensky (Responsa Ajiezer simán 47) que cita a un Mordejai (que no se encuentra en nuestro Shas) citado por el Darkei Moshe (a Yoreh De’ah 268). Él cuestionaría la validez de tal conversión. Sin embargo, Rabeinu Nissim permite tal gueirut (es decir, está de acuerdo con R. Huna).
El Talmud pregunta: ¿Qué nos dice R. Huna? ¿Es que la conversión representa una ventaja para el prosélito –es decir, ser recibido en la fe judía– y que existe una regla que establece que se puede actuar en nombre de una persona incluso en su ausencia –ya que el menor, legalmente hablando, no está presente– si es para su beneficio? El Talmud responde que ya hemos aprendido (Eruvin 81b; Yevamot 118b) que podemos actuar en nombre de una persona incluso en su ausencia si es para su beneficio, un zejut, pero no podemos actuar en su nombre en absoluto si no es para su beneficio –es decir, si le causa algún daño–. Al citar esa regla, asumimos que un pagano prefiere una vida sin restricciones y que, por lo tanto, la conversión sería una desventaja para el prosélito. De hecho, se nos ha establecido (Guittin 13a) que un esclavo cananeo prefiere una vida disoluta. R. Huna nos enseña que esta suposición se aplica sólo a un adulto que ha experimentado el gusto de lo prohibido, pero en cuanto a un menor que no ha probado el pecado, la conversión se considera un beneficio para él.
Sin embargo, el Talmud añade en nombre de R. Joseph: “Cuando los prosélitos menores llegan a la mayoría de edad pueden protestar [y declarar que no desean permanecer en la fe judía – esto se aplica incluso si el padre estuvo presente en la conversión, como en el caso de un no judío que se convierte junto con sus hijos menores de edad]. Además, la renuncia es aceptada [sin penalización por parte del Beit Din] sólo si se declara dentro de un período de tiempo estrictamente limitado tan pronto como se alcanza la mayoría de edad”. (Para mayor elaboración, ver el texto completo del pasaje mencionado en Ketubot 11a, Rambam – Hiljot Melajim 10:3, y el Kesef Mishne ad loc, así como el Aruch HaShulján, Hiljot Guerim). Estas referencias talmúdicas dejan en claro que la conversión, la inmersión (tevilah en una mikveh ) y, en el caso de un varón, la milah (circuncisión) deben ir acompañadas de una aceptación de las mitzvot, es decir, el cumplimiento de los mandamientos.
El Gaón Rabino Moshe Feinstein ( Responsa Iggrot Moshe, Yoreh De’ah jélek I) analiza extensamente el tema de la adopción de un niño no judío y su conversión al judaísmo. Al hablar de la adopción de un bebé varón, incluso entra en detalles de la ceremonia de la circuncisión tal como se describe en el Talmud (Shabat 137b) y el Shulján Aruj (Yoreh De’ah 268). También menciona la permisibilidad de nombrar formalmente al niño como “el hijo” del padre adoptivo (ver Shemot Rabá 46:6).
Pero también advierte que hay que informar al niño antes de que alcance la madurez de su condición de converso para que la conversión pueda lograr su permanencia. El rabino Feinstein supone que el niño ha tenido una educación judía (halájica) y aconseja dar este paso para que el niño adoptado no renuncie a la vida que ha estado viviendo –y a su conversión– por no ser consciente de su condición.
En el caso al que se refiere, en el hogar adoptivo no se practica la Torá ni las mitzvot, y la única identidad “judía” que tendrá este niño es una identidad esencialmente superficial, aunque es muy posible que la conversión del infante se haya realizado bajo auspicios 100% halájicos. Sin embargo, si no se han cumplido todos los requisitos que la acompañan, es decir, la práctica de las mitzvot, el resultado final es que debemos cuestionar la validez de esta gueirut.
El rabino Herschel Schachter, rosh kollel y rosh yeshiva de Yeshivat Rabbeinu Yitzjak Eljanan (RIETS, una división de Yeshiva University) discutió esta misma situación hace algunos años en una convención de la Histadrut Harabbanim (RCA). Citó al difunto Gaón HaRav Joseph Ber Soloveitchik, zt”l , quien advirtió a todos los rabinos y mohalim (aquellos que realizan circuncisiones) que no se involucraran en tal brit milá ni en el caso de un niño gentil que es adoptado y convertido por una pareja judía no practicante ni en el caso de un niño nacido de un matrimonio mixto – con una madre gentil, ya que esto seguramente no es una zejut (ventaja) para el niño, que de ahora en adelante será responsable de todos los mandamientos de la Torá, aunque es poco probable que cumpla alguno (y obviamente no será consciente de su posibilidad de renuncia, aunque en ese marco de tiempo muy limitado, cuando alcance la madurez, también).
Lamentablemente, esta situación ilustra otro de nuestros problemas contemporáneos, si no una plaga, que sufrimos cuando hay judíos que carecen de una educación judía completa y, por lo tanto, siguen ignorando nuestra rica herencia y las leyes de la Torá. Seguramente, si pudiéramos transmitir, sin impedimentos, las leyes de nuestra Torá y el Talmud, no nos enfrentaríamos a problemas tan complejos. Por lo tanto, todos y cada uno de nosotros debemos decidirnos a fortalecer la educación de la Torá en todos los sentidos posibles, hasta que alcancemos el nivel en que la ignorancia de nuestra herencia eterna sea erradicada.