Sivan Rahav Meir

El Día del Recuerdo del Holocausto comenzará esta noche en el Estado de Israel. Aquí hay una historia que me parece significativa:

El rabino Eliezer Silver, uno de los líderes de los judíos estadounidenses, fue el presidente del “Comité de Rescate” que trabajó durante y después del Holocausto, en beneficio de los sobrevivientes. Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, llegó a uno de los campamentos de desplazados. Organizó un momento de oración e invitó a uno de los sobrevivientes a unirse.

El hombre se negó rotundamente y también explicó el porqué: “Había un hombre religioso en el campo de concentración que de alguna manera logró introducir clandestinamente un Sidur, un libro de rezos en el campo y también permitió que otros lo usaran. Al principio lo admiraba por su coraje y preocupación por todos, pero al día siguiente vi el panorama completo: él ‘prestaba’ el Sidur a la gente, a cambio de comida, simplemente se aprovechaba de su debilidad. Judíos hambrientos le dieron su último trozo de pan para que pudieran usar el libro de rezos durante unos minutos. ¡Si es así es como se comportan los judíos, nunca volveré a abrir un libro de rezos!”

El rabino Silver escuchó, pensó por un momento y luego contestó de manera amable: “Querido judío, entiendo lo que pasa en tu corazón. Es difícil juzgar a una persona en tal situación, y realmente no es apropiado hacer tal uso del Sidur. Pero sólo tengo una pregunta: ¿por qué eliges ver sólo al hombre que usó el Sidur para quitarle el pan de la boca de judíos hambrientos?

¿Por qué no te fijas en los muchos judíos que estaban dispuestos a dar su último trozo de pan, sólo para poder orar con el Sidur? ¿Y no es apropiado que sigamos haciendo aquello por lo que aquellas personas dieron sus almas?”

Escuché esta vieja historia por primera vez este año, probablemente no por casualidad. Incluso frente al mal despiadado, elegimos qué mirar. Nosotros elegimos cómo comportarnos. Elegimos cómo interpretar los acontecimientos.

Podemos concentrarnos sólo en el fracaso, en lo malo. Hablar sólo de los errores, de la masacre, de lo que aún se investigará, de todo lo que estaba malo y fue decepcionante en Simjat Torá. Todo esto no debe subestimarse. Pero también es posible observar todo lo que ha sido revelado desde entonces: la grandeza de espíritu, en el escoger vivir, la sobrevivencia, la responsabilidad mutua, la fe, la fuerza, toda la belleza y la bondad que ocurren y se están revelando.

Que tengamos buenas noticias.