Sivan Rahav Meir

Una sola madre de Israel puede enseñarle a todo el mundo occidental qué es la verdad. Acabo de salir de dar los pésames a la familia de Amit Buskila, quien estuvo secuestrada en Gaza y fue enterrada ayer en Kiryat Gat luego de ocho meses de incertidumbre sobre su estado.

En el camino escuché por la radio que el Tribunal de La Haya quería declarar criminales de guerra a los dirigentes de nuestro país, que la Unión Europea expresó sus condolencias por la muerte del presidente iraní y que las Naciones Unidas guardaron un minuto de silencio en su memoria. El mundo está al revés.

Pero Ilana Buskila, la madre de Amit, no está confundida: “Cada día de vida es un regalo. Fui bendecida con 28 años de un regalo, con mi hija Amit. Era una niña pura, que fue asesinada por Amalek.

En mi mente, Amit nos protegió. Los terroristas habrían llegado hasta Kiryat Gat si no se hubieran demorado tanto en el festival Nova.

Amit fue asesinada santificando el nombre de Di-s, sólo porque era judía. Cada judío que estuvo allí sería asesinado. 

Hubo un rabino aquí hoy que me explicó que ella está en el lugar más alto del cielo, porque es una emisaria del público. Incluso sus últimas palabras en la llamada telefónica a su tío fueron ‘Shemá Israel’. Este es su testamento.

Durante ocho meses no supimos que esas fueron sus últimas palabras. Pensábamos que estaba viva. Ella le dio al mundo otros ocho meses de fortalecimiento, de unidad, de oración y de información sobre lo sucedido, en todo el mundo. Que no hicimos en su nombre, no puedo contarlo todo. La gente cambió sus vidas por Amit-Esther bat Ilana, y la gente hará mucho más por la elevación de su alma.