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Educar en tiempos difíciles

Educar en tiempos difíciles

Rabino Yirmiyahu y Tehilla Abramov

10 de enero de 2020

Los tiempos difíciles también pueden ser beneficiosos para una familia, porque los miembros de la familia tienen la oportunidad de ayudarse mutuamente y así fortalecer los lazos entre ellos. Pueden aprender a mostrar compromiso y responsabilidad el uno con el otro. Es una oportunidad para cada uno de dar al límite de sus habilidades individuales. Por ejemplo, si la familia está experimentando dificultades financieras, los niños pueden ayudar asumiendo más responsabilidades del hogar, liberando a los padres para que obtengan más ingresos. O, dependiendo de su edad, también pueden, bajo la supervisión de los padres, tratar de ganar algo de dinero para contribuir al hogar.

La forma en que manejamos los asuntos financieros dejará una impresión duradera en nuestros hijos. La vida no es un juego, y nuestro objetivo no es mantener a nuestros hijos entretenidos constantemente. Regalos caros y deslumbrantes no harán a nuestros hijos más felices. Todos hemos visto a un niño pequeño regalar un juguete caro, ¡solo para verlo desechar el juguete momentos después para jugar con la caja en la que vino!

Los padres pueden fomentar la creatividad al permitir que los propios niños tengan ideas de cosas que hacer y ayudarlos con sus proyectos. Si quieren hornear un pastel, ayúdelos. Si quieren hacer un proyecto de arte, consíganles los suministros que necesitan. Los proyectos no necesariamente tienen que ser caros. Es una creencia judía básica que nuestra situación financiera está determinada por Di-s. Es la naturaleza humana, rica o pobre, querer más de lo que uno tiene. Nuestros sabios enseñan: “¿Quién es verdaderamente un hombre rico? El que está satisfecho con su suerte. Nuestra tarea es enseñarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos a ser felices con lo que tenemos.

El dinero, en el mejor de los casos, es una herramienta; en el peor de los casos, se convierte en un ídolo en el que el hombre enfoca todas sus energías. Perseguir el dinero es una obsesión que se transmite de padres a hijos. El dinero puede convertirse en un problema entre los hermanos, cuando uno tiene que gastar dinero y otro no. La familia se convierte en un microcosmos de la sociedad, completa con los que tienen y los que no tienen. Un niño cuida niños y comienza a acumular una gran cantidad de dinero, y las desigualdades crean una grieta en la cercanía de la familia. El dinero no debe ser acumulado por un miembro individual de la familia para su propio uso, sino que debe ser compartido con otros.

Tampoco debe usarse el dinero como herramienta de negociación: “Si haces esto, te pagaré eso”. Las asignaciones pueden ser muy perjudiciales para la relación entre padres e hijos si el dinero se convierte en una lucha, con el niño luchando por más y el padre luchando por mantener el control. Cualquier dinero que el niño necesite debe provenir de los padres, de acuerdo con la situación financiera de la familia. Un niño no debería recibir automáticamente diez dólares a la semana para gastar en comida chatarra. Gastar dinero no es un derecho del niño.

La infancia debe estar libre de ansiedades financieras. Los jóvenes pueden ser educados en el uso adecuado del dinero sin convertirlo en un fin en sí mismo o hacer que se obsesionen con él. La Torá enseña que hay cosas mucho más importantes en la vida que el dinero; éste es un principio que podemos y debemos transmitir a nuestros hijos.

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