El ex director del Mossad, Yossi Cohen, ofreció un relato de las operaciones de inteligencia global de su agencia, revelando que el sabotaje ampliamente publicitado a la infraestructura de comunicaciones de Hezbolá en septiembre de 2024 es solo parte de una campaña de espionaje mucho más amplia.
En una aparición en el podcast The Brink , Cohen afirmó que la ahora famosa “operación buscapersonas” —en la que agentes de Hezbolá fueron engañados para activar artefactos explosivos— reflejaba un paradigma estratégico que desarrolló hace más de dos décadas. El método, explicó, se conoce en el Mosad como el “método de equipo manipulado” o “método buscapersonas”, y se implementó en “prácticamente todos los posibles teatros de operaciones”.
“¿Sabes cuántos equipos, quiero decir, equipos tratados, tenemos en estos países? No se puede. No se puede. Yo sí”, dijo Cohen sobre la magnitud de la campaña.
“En todos los países que puedas imaginar”, añadió cuando se le presionó para que diera detalles geográficos.
Cohen rastreó los orígenes del plan a principios de la década de 2000, afirmando que se desarrolló entre 2002 y 2004, mientras dirigía la división de Operaciones Especiales del Mossad bajo el mando del exjefe Meir Dagan. Según Cohen, la lógica era simple: si los adversarios compran equipo, Israel debería intervenir infiltrándose en su cadena de suministro y explotándolo. “Si sé que Irán u otros países están comprando algo que pueda incluir en su cadena de suministro, lo haré”, declaró Cohen.
Señaló la Segunda Guerra del Líbano de 2006, en la que Israel luchó contra Hezbolá, como el campo de batalla inicial donde se puso a prueba esta táctica de “equipo manipulado”. Cohen afirma que el método estratégico se amplió y perfeccionó para su uso global.
Quizás lo más sorprendente es que Cohen admitió que el sistema no se había desplegado eficazmente en la Franja de Gaza, identificando la región como una “deficiencia crítica” en la arquitectura de inteligencia del Mosad. “Gaza no. No es suficiente”, le dijo al presentador del podcast. Sugirió que, si el sistema hubiera estado operativo allí, la preparación de Israel en el período previo al ataque del 7 de octubre de 2023 podría haber sido muy diferente.
Cohen no limitó sus críticas a objetivos extranjeros. También atacó a las agencias de seguridad interna de Israel. Declaró que, cuando intentó asumir la responsabilidad de las operaciones de inteligencia en Gaza antes del ataque del 7 de octubre, se topó con una férrea resistencia tanto del Shin Bet (el servicio de seguridad interna de Israel) como de la Dirección de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Cohen afirmó que las agencias trataron las propuestas del Mossad con arrogancia institucional: “Somos las FDI… somos el Shin Bet… no los necesitamos”.
Sostuvo que sus advertencias sobre una deficiencia en la cobertura de inteligencia se expresaron regularmente, pero no fueron escuchadas: “He dicho y escrito que ‘no tienen nada suficiente a nivel de inteligencia’ antes del 7 de octubre”. Y desafió a esas agencias por no refutar públicamente la afirmación.
Las revelaciones plantean preguntas fundamentales sobre el alcance de las operaciones encubiertas de Israel y dónde persisten las vulnerabilidades. Al describir un sistema global, meticulosamente diseñado y altamente integrado en la logística del adversario, el relato de Cohen arroja luz sobre la naturaleza cambiante de la guerra de inteligencia en el siglo XXI.
Pero la admisión de una brecha en Gaza podría impulsar un nuevo escrutinio sobre la postura estratégica de Israel a lo largo de su frontera sur. Los críticos podrían argumentar que, si las capacidades del Mossad eran tan avanzadas en otros lugares, ¿por qué no pudieron —o quizás no se les permitió— desplegarlas donde posiblemente eran más necesarias?
















