Rab Itzjak Zweig
Lej Lejá (Génesis 12 – 17)
¡Buenos días! Generalmente, cuando me siento a escribir la columna semanal, reviso los archivos para ver qué he escrito anteriormente sobre la próxima porción de la Torá. Comencé a escribir esta columna a finales de 2020, lo que corresponde al inicio del año hebreo 5780 (según el sistema de archivo). Por lo tanto, me sorprendió un poco descubrir que la lectura de Lej Lejá de 5780 no era mía, sino una de las últimas columnas escritas por mi querido amigo, el rabino Kalman Packouz, de bendita memoria.
En aquel momento padecía cáncer de próstata en estadio cuatro y dedicó gran parte de la columna a expresar su gratitud por todo lo que le sucedía en la vida, incluyendo lo que él denominaba su “oportunidad de salud” (en contraposición a su “crisis de salud”). Este término lo había aprendido en un centro de retiros de salud y bienestar en San Diego, un lugar que disfrutaba mucho. De hecho, lo acompañé allí varias veces.
Para ser sincero, nunca me convenció del todo el término “oportunidad de salud”; siempre me pareció un poco hipócrita. Pero en los años siguientes he llegado a apreciar más el concepto de “oportunidad”, y es particularmente relevante para la porción de la Torá de esta semana.
Cuando las personas atraviesan momentos especialmente difíciles, suelen decir: “Di’s me está poniendo a prueba”. Esta semana quisiera analizar qué significa esto realmente. Al fin y al cabo, ¿acaso el Todopoderoso no es omnisciente? ¿Qué sentido tiene una prueba? Y, además, ¿qué se considera una prueba?
Los lectores habituales del boletín Shabbat Shalom de Life sin duda conocen mi profundo desdén por Hollywood y su continua contribución a la decadencia moral del pueblo estadounidense. Sin embargo, cuando ocasionalmente aciertan en algo, hay que reconocerlo.
En la película Evan Almighty (2007), Morgan Freeman retoma su papel de “dios”, quien intenta enseñar a la humanidad a valorar las cosas importantes de la vida. En esta película, la atribulada esposa del protagonista lidia con su marido adicto al trabajo, quien de repente —y contra su voluntad— se transforma en un Noé moderno, construyendo incluso un arca. Ella se desespera al ver que su esposo, que antes simplemente se mostraba indiferente ante las necesidades de la familia, parece estar perdiendo la razón.
Claro, la película es tonta y absurda, pero el diálogo que sigue es realmente genial. La escena comienza con la esposa sentada sola en un restaurante, llorando, cuando Morgan Freeman (“dios”) se le aparece como un camarero y le dice: “Déjame preguntarte algo: si alguien reza pidiendo paciencia, ¿crees que “dios” le concede paciencia? ¿O le da la oportunidad de ser paciente?”.
“Si rezan pidiendo valor, ¿“dios” les da valor o les da oportunidades para ser valientes? Si alguien reza para que su familia esté más unida, ¿crees que “dios” les llena de sentimientos cálidos y reconfortantes o les da oportunidades para amarse los unos a los otros?”
La cuestión es que la vida no se trata de los dones que recibimos, sino de cómo aprovechamos las oportunidades que se nos presentan a lo largo de nuestra vida para lograr nuestro crecimiento personal. De igual manera, en la lectura de la Torá de esta semana, se nos presentan muchos acontecimientos fundamentales en la vida de nuestro antepasado Abraham.
Gran parte de las concepciones del judaísmo sobre los principios de conducta personal se recopilaron hace dos mil años en la famosa obra conocida como Pirkei Abot (Ética de nuestros padres). En el capítulo cinco encontramos la siguiente afirmación: “Nuestro padre Abraham fue puesto a prueba con diez pruebas diferentes; las soportó y demostró su amor [por Di’s]” (Abot 5:3).
Existe cierto debate entre los comentaristas sobre qué eventos de la vida de Abraham se incluyen en la lista de las diez pruebas. Según Maimónides, estas son las Diez Pruebas de Abraham:
- Di’s le dice que abandone su tierra natal y se convierta en un extranjero en tierra ajena (Canaán).
- Inmediatamente después de su llegada a Canaán, se enfrenta a una hambruna devastadora.
- Debido a la hambruna, viaja a Egipto, donde los egipcios capturan a su esposa, Sara, y la llevan ante el faraón.
- Su sobrino Lot es capturado, lo que provoca que Abraham entre en guerra contra los poderosos ejércitos de cuatro potencias mundiales internacionales.
- Él no puede tener hijos con Sara, quien le sugiere que se case con su sirvienta Agar para engendrar un heredero.
- Di’s le dice que se circuncide a una edad avanzada.
- El rey filisteo Abimelec secuestra a Sara, con la intención de tomarla para sí.
- Di’s le dice que despida a Agar después de que ella haya tenido un hijo.
- Su hijo con Agar, Ismael, se distancia de él.
- Di’s le ordena que sacrifique a su amado hijo Isaac sobre un altar.
La primera de las pruebas de Abraham se encuentra en las frases iniciales de la lectura de la Torá de esta semana:
“Dijo Di’s a Abraham: ‘Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación; te bendeciré, te engrandeceré y serás una bendición’” (Génesis 12:1-2).
El famoso comentarista bíblico medieval conocido como Rashi explica que la curiosa declaración del Todopoderoso a Abraham, “Ve por ti mismo”, significa que el Todopoderoso le estaba diciendo a Abraham que, si abandonaba su lugar de nacimiento y la casa de su padre, recibiría tres dones: 1) Merecería tener hijos/formar una nación; 2) Se volvería muy rico; 3) Se volvería mundialmente famoso.
Aunque los comentaristas debaten sobre qué eventos de la vida de Abraham se incluyen en la lista de las Diez Pruebas, hay consenso en que la petición del Todopoderoso a Abraham para que abandone su hogar y vaya a Canaán está en la lista.
Esto parece un poco extraño. Si bien es cierto que Di’s le pidió a Abraham que se marchara a una tierra extranjera, también le promete una increíble recompensa por sus dificultades. Al fin y al cabo, ¿quién no se iría a un lugar con la condición de que se le garantizaran las tres grandes bendiciones de la familia y la nación, la riqueza y la fama? Sinceramente, ¿qué clase de prueba es ésa?
Superficialmente, se podría responder que la prueba consiste en ver si Abraham abandona su tierra natal porque a) Di’s se lo pidió o b) porque deseaba los beneficios prometidos. Pero esta solución es insostenible por varias razones.
En primer lugar, este enfoque revela una incomprensión fundamental del propósito de una prueba. Di’s no administra una prueba para medir la lealtad de una persona; el Todopoderoso es omnisciente y sabe con exactitud cuán leal es cada uno. Una prueba Divina tiene como fin brindar una oportunidad para el crecimiento personal.
En segundo lugar, esta interpretación contradice las propias palabras de Di’s. El Todopoderoso le dice claramente a Abraham: “Ve por ti mismo”, es decir, por tu propio bien. Si los incentivos sólo se hubieran ofrecido como parte de la prueba, Di’s simplemente habría dicho: “Ve”.
Así pues, nos queda nuestra pregunta original: ¿Qué clase de prueba es ésta en la que el Todopoderoso le promete a Abraham dinero, fama y un estatus de nación? ¡Todos y cada uno de nosotros estaríamos encantados de aceptar esa oferta!
La respuesta radica en nuestra comprensión superficial de estos dones y la responsabilidad que conllevan. La mayoría pensamos que sería fantástico tener mil millones de dólares: “¡Podría comprar las casas y los barcos más increíbles y no tener que preocuparme por pagar facturas ni por tener que ir a trabajar!”.
Desafortunadamente, todos tendemos a pensar así debido a los sistemas de valores superficiales y banales de la sociedad moderna, que se pueden resumir en el siguiente credo: “¿Cómo puedo ganar la mayor cantidad de dinero con el menor esfuerzo para poder concentrarme en darme el máximo placer?”.
En realidad, cada prueba del Todopoderoso es una oportunidad para crecer como persona. El propósito de una prueba no es aprobar o reprobar. Una prueba permite aprender sobre uno mismo a través del desafío y, por lo tanto, superarse mediante el crecimiento personal. Estas pruebas nos enseñan quiénes somos y, aún más importante, en quiénes podemos convertirnos.
Esa es precisamente la prueba que el Todopoderoso le puso a Abraham. ¿Vas a usar estos dones para una vida centrada en maximizar tu propio placer o los emplearás para el bien de la humanidad?
Abraham fue el primer judío y el origen del pueblo judío. Esto se debe a que Abraham comprendió que vivimos en un mundo teocéntrico y no egocéntrico. Esta visión del mundo le permitió entender que todos los recursos deben utilizarse para promover el plan del Todopoderoso para el mundo.
Abraham superó la prueba porque comprendió la máxima de que tener una enorme riqueza, fama o poder no significa “ahora puedo hacer más por mí mismo”; simplemente significa “se me ha ‘regalado’ una responsabilidad gigantesca”.
Muchos, si no la mayoría, al darnos cuenta de que estos dones no son para uso personal, huiríamos en dirección opuesta antes que aceptarlos. Esto se debe a que la responsabilidad de administrar adecuadamente estos dones para un propósito superior implica mucho trabajo (y suele ser poco reconocido).
Si uno logra hacer lo correcto con los recursos que se le han confiado, experimentará una increíble sensación de logro, lo cual le brindará una enorme satisfacción personal. Al fin y al cabo, la verdadera felicidad proviene del logro; es la fuente del placer eterno y, en última instancia, la razón misma de nuestra creación. Esto es lo que Di’s quiso decir cuando le dijo a Abraham: “Ve por ti mismo”.
Porción semanal de la Torá
Lej Lejá, Génesis 12:1 – 17:27
El Todopoderoso le ordena a Abram (más tarde llamado Abraham) que abandone Harán y vaya al lugar que le mostraré (que resultó ser la tierra de Canaán, posteriormente conocida como la Tierra de Israel). El Todopoderoso le da entonces a Abram un mensaje eterno para el pueblo judío y para todas las naciones del mundo: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan”. Al encontrar una hambruna, Abram viaja a Egipto y le pide a Sarai (más tarde llamada Sara) que diga que es su hermana para que no lo maten por casarse con ella (los egipcios eran muy estrictos con el adulterio, por lo que mataban al marido).
El faraón expulsó a Abram de Egipto tras intentar casarse con Sarai. Se establecieron en Hebrón (también conocida como Kiryat Arba) y su sobrino Lot se estableció en Sodoma. Abram rescató a Lot, que había sido hecho prisionero, en la Batalla de los Cuatro Reyes contra los Cinco Reyes.
Al entrar en un pacto con el Todopoderoso (todos los pactos con el Todopoderoso son eternos, nunca serán abrogados ni reemplazados por nuevos pactos), a Abram se le dice que sus descendientes serán esclavizados durante 400 años y que a sus descendientes (a través de Isaac, no de Ismael, “a través de Isaac te será considerada tu descendencia” (Génesis 21:8)) se les dará la tierra “desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates”.
Sarai, estéril, le da a su sierva Agar a Abram como esposa para que él tenga descendencia. Nace Ismael (el abuelo de nuestros primos árabes). Se realiza el pacto del brit milá, la circuncisión religiosa (17:3-8), Dios cambia sus nombres a Abraham y Sara y les anuncia que Sara dará a luz a Isaac (Itzjak). Abraham circuncida a todos los varones de su casa.
Encendido de las velas del Shabat
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Jerusalem 4:14
Ciudad del Cabo 6:55 – Guatemala 5:15 – Hong Kong 5:29 – Honolulu 5:37 – Johannesburgo 6:05 Londres
4:19 – Melbourne 7:35 Nueva York 5:35
Singapur 6:32 – Toronto 5:51
Cita de la semana
El pesimista ve dificultades en cada oportunidad. El optimista ve oportunidades en cada dificultad.
— Winston Churchill
















