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Un ciclo perfecto

Un ciclo perfecto

Rabino Berel Wein

Sucot llega en el momento perfecto del año, tanto psicológica como emocionalmente. Si no fuera por la llegada de Sucot y todos los preparativos que conlleva esta festividad de alegría y felicidad, todos estaríamos muy deprimidos al tener que descender de la cima de Yom Kipur a la vida cotidiana.

La Torá nos permite contemplar nuestro año venidero con felicidad y satisfacción. La Sucá simboliza la protección que Hashem nos brindará durante todo el año venidero. Aunque la Sucá en sí puede ser pequeña y relativamente frágil en comparación con nuestros hogares, simboliza la fe, la serenidad y la confianza en la eternidad de Israel y su Torá.

Las cuatro especies de vegetación que forman parte integral de Sucot refuerzan nuestra apreciación de la belleza del mundo de Di’s. Nos recuerdan que el mundo puede ser un Jardín del Edén y que debemos esforzarnos por no destruirlo ni ser expulsados ​​de él.

Las diferentes especies representan la armonía de la naturaleza, el destello de su color y su naturaleza simbiótica inherente. Mientras que los paganos veneraban la naturaleza, el judaísmo la enfatizó como una de las grandes maravillas de la creación Divina.

Abraham tenía razón cuando afirmó que la gente se maravilla ante la magnificencia de un edificio hermoso, pero ignora la genialidad del arquitecto que lo diseñó. El judaísmo, si bien siempre se impresiona por la maravilla del edificio en sí, siempre busca con atención reconocer y reconocer al arquitecto que lo diseñó.

Sucot nos ayuda a recordar la necesidad de buscar siempre a ese arquitecto en todas las facetas de nuestra vida y del mundo.

Sucot también revela claramente nuestra dependencia del Cielo para la lluvia, para el agua. Sin agua en abundancia, la vida no puede funcionar ni crecer. La Torá nos dice que Hashem nos envió deliberadamente a una tierra donde el agua es un bien preciado. No hay grandes ríos ni lagos gigantescos en el paisaje de la Tierra de Israel. Por lo tanto, dependemos de las lluvias invernales.

Oramos en Sucot para que esas lluvias sean abundantes, suaves y saturantes. La lluvia tiene un efecto purificador no sólo en el aire que respiramos, sino también en el espíritu vital que habita en nosotros. De ahí su profunda asociación con la alegría de Sucot.

La lluvia y el agua también simbolizan la Torá y la purificación. Moshé, en su discurso final a Israel, afirma que sus palabras de la Torá deben sentirse como una suave lluvia y rocío que desciende sobre la Tierra Santa. El profeta Yeshayah compara la Torá con el agua, al igual que el rey David en el Tehilim.

La festividad de Sucot refuerza esta conexión con su propio vínculo con Simjat Torá, el día que marca la conclusión de este gran y noble período festivo. Si bien es obvio que la Tierra de Israel no puede sobrevivir ni prosperar sin agua, tampoco el pueblo de Israel podrá prosperar ni sobrevivir sin un apego a la Torá, sus mandamientos y valores. El mensaje de Sucot es la conclusión perfecta para la espiritualidad de Yom Kipur.

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