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El pecado no ocurre en el vacío

El pecado no ocurre en el vacío

“Y confesarán su pecado que hicieron” (5;7)

No hay en la Torá ninguna letra que esté demás. Las palabras “que hicieron” no parecen agregar nada a la frase.

La Torá nos está diciendo que los pecados no suceden en el vacío, no vienen de la nada. Una persona debe haber tenido en su mente un pensamiento que facilitó que el pecado ocurriera. El tiene que haber hecho algo impropio que le causó un estado de alteración espiritual que lo condujo al pecado.

Rab Mendel de Kotzk dijo que la razón por la que una persona no debería pecar no es porque ello está prohibido, sino porque no debería tener tiempo para pecar. Si la persona está ocupada estudiando Torá, cumpliendo Mitzvot y conduciendo su rutina de acuerdo a las enseñanzas de la Torá, él simplemente no tendría ningún tiempo libre para cometer una trasgresión. En consecuencia, si la persona pecó, no es suficiente con reconocer que pecó y resolver no volver a cometer dicho pecado. Una Teshuvá verdadera requiere que él revise su comportamiento y observe atentamente en qué circunstancias incurrió en una actitud relajada en llevar adelante una vida de Torá, lo cual permitió que el pecado ocurriera. El, por lo tanto, debería corregir su estilo de vida de modo tal que no vuelva a aparecer la oportunidad para pecar.

Esto es lo que la Torá nos está diciendo: “Ellos van a confesar su pecado”, pero eso no es suficiente. Tiene que hacer una búsqueda seria en su interior y descubrir cuál fue la fuente que posibilitó que el pecado pudiera ser cometido.

Esto, también, debe ser confesado y corregido.

Un alcohólico recuperado que fue bebedor por veinte años dijo: “El hombre que alguna vez fui, tomaba. Y el hombre que alguna vez fui, volverá a beber”. Este es un concepto muy importante. Las cualidades de su personalidad que alguna vez tuvo resultaron en su apego a la bebida. En su rehabilitación, él realizó cambios significativos en su personalidad que le permitieron abstenerse de beber alcohol. Si él hubiera vuelto a su personalidad anterior cuando bebía, seguramente lo haría nuevamente.

En mi libro “Pensamiento adictivo” describí la naturaleza del pensamiento que permite que un comportamiento adictivo ocurra. Rehabilitarse de sustancias prohibidas requiere cambiar la manera de pensar. Esto también es válido para un acto incorrecto. La única forma de prevenir que repitamos el pecado es con un cambio en nuestras cualidades, creando de ese modo una nueva personalidad que no puede cometer esa trasgresión.

Rambam establece que así es como trabaja la Teshuvá. Reubén no puede ser culpable de algo que hizo Shimón. Tampoco una nueva persona, cuya personalidad anterior fue desarticulada, puede ser culpable de lo que hizo una personalidad anterior.

Darse cuenta de “lo que hicieron” alude entonces a que la composición del personaje que había existido fue responsable por el hecho ilícito, lo cual le permite a una persona despojarse de aquellos rasgos de su carácter y desarrollar su nueva personalidad.

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