A menudo nos imaginamos a Di’s como un juez, sentado en su banca, esperando atraparnos, juzgarnos y hacernos responsables. No sólo no es una imagen sana y constructiva, no es la imagen que nuestros rabinos y nuestra tradición quieren que tengamos.
“Estoy por mi amado y mi amado es por mí” describe un amor recíproco, de dar y recibir, de dos partes que invierten en la relación entre sí. Di’s nos ama. Él piensa en nosotros, se preocupa por nosotros y anhela una relación con nosotros.
Di’s nos ama significa que no está tratando de atraparnos o castigarnos. Él quiere lo mejor para nosotros. Él quiere que tengamos éxito y quiere que seamos felices. Di’s conoce todos nuestros defectos y defectos. Él es consciente de nuestros errores y nuestros desafíos, y aun así nos ama. Él nunca está celoso de nosotros, nunca está compitiendo con nosotros y nunca está cansado de nosotros. Él simplemente nos ama. Lo que Él quiere a cambio es ser amados por nosotros también.
Pero debemos recordar: yo soy para mi amado y mi amado es para mí. El amor se trata de reciprocidad. Di’s se relaciona con nosotros como un reflejo de cómo nos relacionamos con él. Queremos contar con Él, pero ¿puede Él contar con nosotros? Deseamos que nos hable, pero ¿le hablamos sinceramente? Queremos que piense en nosotros, pero ¿con qué frecuencia pensamos en Él?
Hace unos años, vi a alguien en el Minyán durante la semana cuando no lo había visto venir con frecuencia. Me reuní con él sobre otro tema y me tomé la libertad de elogiarlo y decirle lo maravilloso que ha sido verlo en Shul. Le pregunté: “Si no te importa, ¿podrías decirme qué te motivó a comenzar a venir?”
Explicó que recientemente había sufrido una terrible decepción en su vida. Algo que anhelaba y en el que había invertido seriamente no funcionó y lo dejó de nuevo en el punto de partida. Estaba tan enojado, tan enojado, tan devastado que se subió a su automóvil para ir a dar un paseo sólo para despejarse y refrescarse.
Mientras conducía, comenzó a gritarle a Di’s: ¿Cómo pudiste? ¿Por qué me harías esto? ¡¿Dónde has estado?! Fue con esas últimas palabras que de repente lo golpeó: dónde has estado, eso es exactamente lo que Di’s se está preguntando acerca de él. Estaba abrumado no con ira o desilusión hacia Di’s, sino con la sensación de lo decepcionado que debe estar Di’s con él por haberlo sacado de su vida. En ese momento decidió que iba a comenzar a ir más al shul, hablar más con Di’s, mostrarle a Di’s un poco más de amor.
Di’s no necesita nuestras Mitzvot. Nos los da porque quiere que nos preocupemos por Él, que pensemos en Él, que lo amemos.
Y nos ama mucho. Nos colma de bendiciones. Si nos tomáramos el tiempo cada día para pensarlo, reconoceríamos cuánta bondad, cuántas bendiciones recibimos hasta ahora superan lo que merecemos.
Di’s nos ama. La pregunta es: ¿le mostramos amor a cambio?