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Enfocarse en lo correcto

Enfocarse en lo correcto

Rab David Perets

“Habla y dirás: Así dijo Hashem D”s: Yo estoy sobre ti Paró rey de Egipto, el gran reptil que yace dentro de sus ríos, que dijo, es mío este río y yo me hice a mí mismo.”  Yehezkel 29:3

Estudiaron nuestros sabios en Tikuné Hazohar p.109a, así como también manifiesta el Midrash, que el faraón pensaba y promulgaba que él era un dios que se creó a sí mismo.

Por otro lado, al seguir profundizando en las palabras de nuestros jajamim, veremos que el río Nilo también era considerado por los egipcios como un dios, y que por este motivo el faraón salía de dentro de sus aguas.

Agregando a ello, en nuestra Parashá (Shemot 8:22-23) Moshé le solicita a Paró salir de Egipto para hacer una ofrenda a D”s, ya que pensaba que no sería bien visto por los egipcios que degollaran unos corderos por ser para ellos como dioses.

También vemos a nuestra salida de Mitzraim, que ellos adoraban a Baal Tzefón, y como esto hallaremos en el Midrash muchos otros dioses que son idolatrados por los egipcios en esa época.

¿Cómo es posible que adoren a tantos dioses? ¿Quién es entonces para ellos el que creó todo?

Lamentablemente, no tenemos que viajar en el tiempo para poder encontrar una situación similar en esta era. Si observamos lo que sucede en India notaremos que hay más dioses que personas, tanto así que intentaron hacer un libro de los cultos hindúes concluyendo que hay millones de ellos, ya que cada persona cada mañana adora a un dios diferente ya sea al de la plata, o al de la suerte, dependiendo de lo que quiera, creyendo verdaderamente en ello al punto de ofrecerle flores e idolatrarlo, siendo para nosotros algo insólito.  ¿Cuántos dioses puede una persona tener?

La razón de tener tantos dioses surge de la necesidad de permitirse vivir, incluso actuando contrariamente en su vida, recurriendo al dios que lo apoye dependiendo de lo que le plazca hacer a cada momento. Este autoengaño en el que la persona se enfrasca producto de una impureza de gran magnitud llega a formar parte de su realidad creyéndose él mismo sus propias mentiras como parte de una excusa para actuar pensando que lo que está haciendo es aceptable.

Lo que más nos llama la atención es que el mismo faraón afirmaba que él era un dios y que él mismo se creó sabiendo que él no es que surgió de la nada; como todos tuvo una madre que posiblemente fue conocida por muchos, siendo esto algo tan evidente que resulta ridículo que él y los demás se crean ese cuento.

Comparado a esto, hoy día muchas personas declaran que la Shoá nunca existió habiendo pruebas irrefutables, sobrevivientes y tumbas, campos de concentración y de exterminio, museos, pilas de lentes, zapatos y cuanto más que demuestre lo sucedido hace apenas unas décadas, pero cuando la persona se empecina a esa idea justificará que ello es todo un invento de los judíos.

Cuando azotó en Egipto la plaga del granizo con fuego y la impresión del faraón fue tan fuerte que llamó a Moshé y Aharón y les dijo “He pecado esta vez; Hashem es el Justo, y yo y mi pueblo somos los malvados” (Shemot 9:27) y les pidió “Rueguen a Hashem – ha habido un exceso de truenos divinos y granizo; los dejaré ir y no continuarán retenidos” (Shemot 9:28).

Moshé le pidió a D”s que cese la plaga de la forma que el faraón le solicitó al ver que reconoció finalmente quien es el verdadero Creador (Shemot 9:33), pero en el instante que la plaga terminó, Paró cambió de opinión y no dejó a los judíos salir.

Las creencias, aunque sean falsas con tal de justificar el poder hacer lo que le plazca llegan a pertenecer tanto a la persona que incluso en momentos como éstos en el que el sufrimiento es tan grande podrá aceptar la verdad temporalmente, pero apenas el dolor termina, el engaño autoimpuesto vuelve a apoderarse desvaneciendo drásticamente lo que hace solo unos minutos sucedió en presencia de multitudes.

Como judíos tenemos la misión de ver y buscar en toda circunstancia la verdad.  No podemos permitir que a nuestros corazones entren “otros dioses” para excusar un comportamiento equivocado o dejar de cumplir lo que se debe hacer.

Cuando la persona se enfoca en lo correcto demuestra que tiene un solo D”s, el verdadero.

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