Rab David Perets
5 de abril de 2020
El Talmud en Pesajim 115b menciona que en la mesa del Séder de Pésaj se debe colocar entre una de sus múltiples señales, una Matzá partida.
Recordemos que, en el orden de esta noche tan especial, ubicamos en nuestra mesa tres matzot enteras. Luego de comer el apio sumergido en agua salada, tomamos la matzá del medio y la partimos. Un pedazo se utiliza para el afikoman y la otra para la bendición de la Matzá.
De esta manera el Tosafot, Rashbam, Rosh, Ravya, y muchos Rishonim explican que se procede con el pan partido.
Este principio que el Talmud manifiesta lo aprende del versículo en Devarim 16:3 en el que la Torá se refiere a las matzot como “Léjem Oni” – “El pan de pobreza”
Así como un pobre come de un pan partido, nosotros también en Pésaj deberíamos comer de esta forma.
¿Qué es lo que la Torá nos quiere transmitir a través de este pan partido?
Al estudiar los acontecimientos que presenta la Torá de forma profunda, notamos que lo partido, lo roto, se presenta cuando al momento de la Creación del Mundo, el hombre come del fruto del árbol prohibido. Este hecho errado provocó una división.
Desde ese episodio, una de nuestras misiones en el mundo es reparar esa separación, buscar la unión para corregir la equivocación de Adam haRishón.
El hombre en el desarrollo de su vida tiene una tendencia a buscar la forma de completar, conectar cosas. Un ejemplo de ello se encuentra en el matrimonio, lo que nos muestra el deseo humano de querer lograr la unión de lo que se separó en aquel momento.
El trabajo de nosotros como judíos involucra mantener una conexión con D”s.
A través de la labor del Bet Hamikdash y de todo lo que incluye el Servicio Sagrado se manifiesta este concepto, así como lo menciona nuestra Torá, “Veatem hadebekim baHashem elokejem jaim kulejem hayom” – “Y ustedes los que están apegados al Eterno, su D”s, están todos vivos hoy” (Devarim 4:4)
También nuestras acciones individuales hacia el prójimo, como lo que destacaba Aaron HaCohen, “Ohev Shalom ve Rodef Shalom” – “Ama la paz y persigue la paz” (Pirke Abot 1:12), demuestra nuestra necesidad de componer lo que se ha separado.
Pésaj es el inicio de nuestra existencia como Pueblo. Este momento demarca un proceso de formación, en el que hace falta unificarnos, somos como un pan partido que necesita moldearse para convertirse en un todo.
Para lograr que esta unión se concrete es necesario trabajar por el transcurso de 49 días, los días del Omer, en los que debemos pulir, adherir y mejorar nuestra relación con D”s y con nuestros compañeros para llegar a Shavuot en donde comeremos un pan completo, y cuando esto se alcanza de la forma correcta, es decir, atando los cabos correctos y ensamblando las partes de la manera adecuada, el resultado nos brinda el apego anhelado entre nosotros y nuestro Creador. Pero, cuando uno trata de juntar lo que no se debe, entonces da espacio al desastre que produce la división y el pecado.
Esta es justo la diferencia entre el Yétzer HaTob – El Instinto del Bien -, y el Yétzer Hará – El Instinto del Mal-. La buena inclinación busca la unión óptima, mientras que el Yétzer Hará busca la separación, que viene siendo más bien, un enlace destructivo.
Este comportamiento lo podemos notar en los niños pequeños, ya que al ellos tener su mal instinto más interiorizado tienden a ser inquietos, deshaciendo y rompiendo cosas, pero una vez que crece y entiende, se convierte en un ser que busca crear y completar.
Una de las labores y mitzvot particulares de las mujeres es hacer la masa. Esto consiste en tomar minúsculas partículas de harina que al ir mezclando y amasando con otros ingredientes logra formar un pan. Este trabajo de unión sirve como tikún, arreglo, por haber comido del árbol del conocimiento. La división se corrige produciendo una alianza.
Estamos a la llegada de la fiesta de Pésaj la cual está bajo la sombra de la gran pandemia que ha azotado al mundo. Su efecto ha creado que se rompan vínculos a los que estamos acostumbrados.
No podremos rezar juntos en nuestras sinagogas, ni reunirnos varias familias en la noche del Séder de Pésaj… lo que nos deja ver que nuestro pan está partido en esta ocasión… pero, si D”s quiere y al tener luego de esta fiesta 49 días en los que podremos trabajar para rectificar nuestras cualidades, nuestra personalidad, y analizar si nuestra relación con D”s y con el prójimo es la apropiada, lograremos la unión correcta al momento de recibir nuestra Torá, en Shabuot, y así podamos obtener las Tablas enteras y no las partidas.
Que Hashem reciba nuestras plegarias para que este Pésaj nos llene de buena salud y podamos retornar nuestros vínculos de unión perfectos.
¡Jag Pésaj Kasher veSaméaj!