10 de mayo de 2020
Empecemos por el final: Los palestinos han aceptado el hecho de que la aplicación de la soberanía israelí en el Valle del Jordán y los grandes poblados en Judea y Samaria se producirán en los próximos meses en su totalidad o por etapas, con el pleno respaldo y apoyo de la administración Trump.
Los comentarios hechos por el Embajador de los Estados Unidos David Friedman en una entrevista con Ariel Kahane en Israel Hayom demuestran lo emocionado que está el gobierno de Washington por ejecutar el plan, a pesar de las amenazas y las profecías del día del juicio final de los dirigentes palestinos y sus partidarios en todo el mundo y en Israel.
Para entender la postura de los palestinos respecto a la soberanía israelí hay que prestar atención a la retórica del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, quien declaró en un discurso a los dirigentes de Fatah hace unos días que “si Israel se anexiona el Valle del Jordán o partes de él, consideraremos la posibilidad de retirarnos de todos los acuerdos firmados con Israel y la administración en Washington”.
No es una coincidencia que Abbas eligiera utilizar una frase que no es comprometedora y que es bastante tranquila, ni siquiera advirtiendo temporalmente que detendrá la coordinación de seguridad entre los aparatos de seguridad de la Autoridad Palestina y las fuerzas de seguridad israelíes.
Irónicamente, es la crisis del coronavirus la que ha dejado claro a Abbas y a los líderes palestinos hasta qué punto el conflicto israelí-palestino, y la cuestión palestina en particular, ha quedado relegado al último lugar de la lista de prioridades de la comunidad internacional y de los dirigentes árabes, que temen la estabilidad de su régimen debido a la crisis económica mundial que ha provocado el virus.
Abbas, junto con los dirigentes de Hamas en Gaza, ven la burbujeante protesta en el Líbano y la rabia contra Hezbolá y comprenden que la incitación generalizada en los medios de comunicación social contra Israel, adoptada calurosamente por el Primer Ministro palestino Mohammed Shtayyeh, no desdibujará el hecho de que es Israel quien ayuda a los palestinos de Judea y Samaria e incluso de Gaza a luchar contra el coronavirus y la crisis económica que ha traído consigo, y no los dirigentes de los países árabes que tienen sus propios problemas en casa.
Entre los líderes palestinos también hay bastantes voces críticas, aunque cautelosas y que todavía no se han pronunciado en voz alta, hacia Abbas y la generación de dirigentes que llegaron de Túnez con Yasser Arafat después de los Acuerdos de Oslo, como los que han fracasado completamente a lo largo de los años y han cometido todos los errores estratégicos y tácticos posibles, como el boicot a la administración Trump, que sólo han perjudicado los intereses nacionales y la visión de un “Estado palestino” independiente.
El público palestino y sus dirigentes entienden que la ampliación de la soberanía ya ha comenzado con la formación de un gobierno de unidad en Israel, y mientras el presidente Trump esté en la Casa Blanca, la ampliación de la soberanía es inevitable.
La esperanza que le queda a Abbas y a los líderes en Ramala es la derrota de Trump en las elecciones de noviembre, y el ascenso al poder de Joe Biden y del partido demócrata y la perspectiva de que la postura americana hacia Israel sea menos indulgente.
Sin embargo, bastantes altos funcionarios palestinos subrayan que incluso si Biden vence a Trump en las elecciones presidenciales, no será él quien abra las puertas a Abbas en Washington, ya que creen que Biden es un entusiasta partidario de Israel y el sionismo, no menos que el presidente Trump y la actual administración.
(Noticias de Israel)