Sivan Rahav Meir 

Más y más fotos están siendo publicadas de instituciones educativas que relatan la historia: ¡Estamos estudiando! En cápsulas, con separación social, con mascarillas… Pero se estudia. Estamos hablando de cientos de miles: yeshivot, preparatorias pre ejército, seminarios, Talmudei Tora y pronto en escuelas y jardín de infantes. Todos regresan a los pupitres y salón de clases habiendo sentido su falta. 

De mis conversaciones con aquellos que ya regresaron al estudio se elevan algunas impresiones:  

Primero es necesario apreciar cada hora de estudio, atesorar cada instante en el que se nos permite sentarnos así juntos, sin cuarentena y aislamiento. Después de todos los baches que hemos atravesado, desde el comienzo del año escolar pasado hasta llegar a éste, nosotros ya sabemos cuánto esta rutina no debe ser tomada como algo que damos por sentado. 

Segundo, en medio de un mundo que se volteó, enloqueció y cambió tanto, la Torá es una isla de estabilidad. El regreso al estudio brinda perspectiva: hemos pasado por dificultades mayores. Nuestros antepasados estudiaron al escondido en los tiempos de los pogroms, y los padres de nuestros antepasados estudiaban al mismo tiempo que soldados romanos los perseguían. Todas las situaciones difíciles son temporales pero el estudio es eterno. 

Tercero, esto no se trata sólo de estabilidad sino también de las fuerzas que recibimos. El internarse profundamente en los libros nos da la sensación de regreso a la base, a los días más claros y transparentes, a algo que transciende, que es más grande y antiguo que nosotros mismos. 

Bendiciones a todos los estudiantes, en Israel y en el mundo, los cuales se encuentran apegados, en medio a este caos, al versículo del Libro de Devarim (Deuteronomio): “La Torá nos fue ordenada por Moshé como heredad a la comunidad de Yaacov”. 

Muchos éxitos.