Sivan Rahav Meir 

6 de setiembre de 2020

En general, al llegar al principio de un nuevo año, nuevos deseos se despiertan en nosotros. Deseos de crear, de hacer, actuar, mejorar, de hacer que el año que se acerca sea el mejor y el más gratificante. 

El problema es que nuestros buenos deseos a menudo se quedan solamente en el querer. No llegan a realizarse.  

En la Porción de la Torá de esta semana, la cual leímos en Shabat, es descrita la Mitzvá de Bicurim -de las primicias-: Cuando llegamos a la Tierra Prometida y tenemos el privilegio de plantar y cosechar frutas, debemos tomar los primeros frutos, ponerlos en una canasta y subir con ellos a Jerusalem.  

El Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico, explica este pasaje de la Torá así: Cuando se despierte en nosotros el deseo de hacer algo nuevo y bueno, cuando un nuevo fruto de anhelo y esperanza nace en nuestro interior, nos es prohibido permitir que éste se quede sólo en nuestro pensamiento: Debemos tomarlo y ponerlo en una canasta de realidad y examinarlo con cuidado. Necesitamos proveerlo de instrumentos prácticos para traer este deseo al dominio de la acción.  

Este es nuestro trabajo en el mes de Elul, al dirigirnos hacia el principio de un nuevo año: Saber cómo tomar nuestros hermosos sueños, examinarlos en cada uno de sus detalles y desarrollar un plan, paso por paso, para llegar a transformarlos en realidad. 

Que los sueños de todos se vuelvan realidad. Mucho éxito.