Sivan Rahav Meir
En un día como hoy falleció, hacen 86 años, el Rav Avraham Itzjak HaCohen Kook. Cuando hablamos del Rav Kook, hay aquellos que, automáticamente dicen “Unión”. Pero su inconfundible alumno, Rav Moshé Tzvi Neriah, nos pide que digamos otra palabra – “Teshuvá”. Según él, ésta ha sido la gran innovación del rabino Kook. Hoy se acostumbra a hablar del “Jozer beTeshuvá” (la persona que regresó en Teshuvá), sobre aquel que era una persona laica y se volvió religiosamente observante. Pero la intención es que todas las personas mejoren y progresen, siempre. Precisamente debido al deseo constante del Rav Kook de unir y acercar, especialmente por cariño y amor, exigió a todos, todo el tiempo que se repararan a sí mismos más y más.
Esto empieza con una “Teshuvá personal”. Contrariamente a la imagen sombría de las Altas Fiestas (Rosh HaShaná y Kipur), el nombre del libro del rabino Kook sobre este tema es “Las luces de la Teshuvá”. Primero vienen las luces, ya que éste debe ser un proceso que ilumina, lleno de alegría y optimismo.
Hay también la “Teshuvá nacional”- el retorno a Tzion, nuestro regreso aquí (a Israel), el cual debe ser tanto físico como espiritual. El Pueblo de Israel debe recordar quién es y qué es lo que viene a compartir con el mundo.
La unión que tuvimos el mérito de alcanzar en esta generación, entre el pueblo, la tierra y la Torá es la realización de las profecías antiguas que se transforman en realidad en nuestras vidas.
En un círculo más ancho está la “Teshuvá mundial”. El mundo entero se transforma y adelanta, se vuelve más susceptible al sufrimiento y la injusticia, aprende a frenar las epidemias, las guerras, cambia regímenes violentos por democracias.
Por supuesto hay subidas y bajadas en la Teshuvá personal, nacional y mundial, también hay confusión y vergüenza junto con los logros, pero ésta es la dirección, éste es el proceso.
En su memoria.