Sivan Rahav Meir
“Escribe sobre algo corto, reconfortante y fortalecedor en estos días” – éste es el encargo mediático que recibí. Así que aquí está mi respuesta a este proyecto: nuestros mejores deseos, nuestras bendiciones diarias, son una fuente de fortaleza, sin que nos demos cuenta.
En Israel, cada conversación, cada encuentro entre personas, termina con un pequeño deseo: Que tengas un buen día, que tengas un Shabat Shalom, un buen Año, Felices Fiestas. Siempre lo hemos hecho casi automáticamente, sobre la marcha. Pero en el último año (estoy segura de que ustedes también lo habrán notado) lo decimos de verdad, totalmente. Hablamos en serio cada palabra que decimos.
No me parece ser algo obvio que al bajarte de un taxi el conductor te desee, desde el fondo de su corazón: “Que tengas un buen año”. Que la cajera del supermercado agregue, al final de la compra, a cada nuevo cliente, con mucha intención: “Que paséis unas felices fiestas”. Que finalicemos una conversación y nos digamos, en el sentido pleno, “que tengamos buenas noticias”. Y que la otra parte también responda con emoción “¡Amén!”
Me encuentro esperando estas palabras. Sin darnos cuenta, se trata de infinitos momentos, pequeños y sagrados que ocurren durante el día, y que en realidad son una oración o una bendición. Momentos que revelan nuestro mecanismo de funcionamiento interno, que se basa en la fe, la esperanza y el optimismo.
Incluso cuando salgamos de este período de luto, nos diremos unos a otros: “Que nos encontremos en alegrías”.
Hila Gonen, responsable del fortalecimiento del municipio de Sderot, me dijo una vez que su regla número uno en este ámbito es: “Abra Kadabra”. Estas son las palabras en arameo que dicen los magos cuando hacen magia, y el significado es: crearé mientras hablo, crearé lo que hablo. Nuestras palabras crean la realidad.
¡Todo estará bien! Muy en el fondo lo sabemos, todo el tiempo nos lo recordamos y pedimos que el bien ya se vuelva realidad. Quizás esto ya comenzó con el éxodo de Egipto, porque nuestra historia fundamental como pueblo comienza con la victoria sobre las tinieblas. Quizás esto pueda explicarse a través de las antiguas y reconfortantes profecías de nuestros profetas que nos acompañan desde hace miles de años y que hoy se cumplen cada vez más con nuestro regreso aquí, a casa. Por supuesto, podemos mencionar cómo nos hemos levantado de un Holocausto a nuestro renacimiento. Todo esto ya está arraigado en nosotros, de manera natural.
Están invitados a prestar atención a estos momentos, cuando ustedes son los que saludan o son saludados. A veces incluso un “buenos días” en la oficina, después de una mala noticia, es un deseo profundo que expresa mucho.
Por eso también aquí les desearé, desde el fondo de mi alma: que tengas un buen invierno. Feliz y dulce año nuevo. Que tengamos buenas noticias. Amén.