Rabino Moshe Hauer
Todo el mundo tiene su historia favorita de Jabad. Aquí está la mía.
Un amigo se acercó una vez a un shalíaj (emisario) de Jabad que se paraba a la entrada de la estación de metro todos los viernes por la mañana, preguntando a la gente si eran judíos y ofreciéndose a ayudarlos a ponerse los Tefilín. Era excepcionalmente raro que alguien se detuviera y aceptara su oferta y mi amigo quería entender cómo el shalíaj seguía haciéndolo semana tras semana, a pesar de sus repetidos fracasos. La respuesta del shalíaj fue típicamente de Jabad: “Mi tasa de éxito es del 100%. Cada judío que pasa a mi lado recuerda que él o ella es judío”.
Los dedicados emisarios de Jabad se encuentran en todos los rincones del mundo, creando presencia judía y puestos de avanzada de la vida y el cuidado judíos, recordando a los judíos quiénes son. Según Pew, un asombroso 37% de los judíos estadounidenses interactúan con Jabad de vez en cuando.
Hace dos años, un grupo de nosotros de la Unión Ortodoxa tuvimos el privilegio de asistir a la cena de la conferencia anual de shlujim (emisarios) de Jabad. Fuimos para demostrar nuestro agradecimiento por su labor de salvar vidas entregando ayuda y apoyo bajo fuego a los judíos en Rusia y Ucrania. Mientras pasaban lista de sus emisarios por todo el mundo, la pantalla gigante mostraba a Rusia: 222. Me incliné y le susurré a un colega: “¿Ves eso? Luchamos por encontrar algunas personas que pasen un par de años de su vida enseñando Torá en comunidades que no tienen una pizzería kosher, mientras que Jabad tiene 222 personas que, a la edad de 22 años, decidieron ir solas a rincones remotos de Rusia donde cuidarán material y espiritualmente a los judíos, criarán a sus propias familias y permanecerán allí hasta que mueran o llegue el Mesías”.
Eso es lo que hacen los ángeles de Jabad en todas partes del mundo y ésa fue la misión del rabino Zvi Kogan en los Emiratos Árabes Unidos. Ningún movimiento o grupo se acerca ni remotamente a la incansable dedicación de Jabad a la misión y su alcance y éxito a la hora de recordarles a los judíos -dondequiera que estén- quiénes son.
Nadie, es decir, excepto los antisemitas.
El cruel asesinato del rabino Zvi Kogan le recordó dolorosamente a cada judío en todas partes que él o ella es judío. No fue un recordatorio aislado. La ola de antisemitismo que ha envuelto al mundo desde el 7 de octubre ha recordado a innumerables judíos quiénes son y los ha impulsado a tratar de encontrar su camino a casa, a la tradición y la comunidad judías. Por mucho que el Talmud señale cómo el empoderamiento de Hamán estimuló más un resurgimiento del judaísmo que la guía positiva de generaciones de profetas, podemos observar cómo el odioso antisemitismo ha superado al ahavat Israel de Jabad en traer a los judíos a casa.
Estamos destrozados por la familia del rabino Kogan y por toda la comunidad de Jabad, que están de luto por este golpe devastador. Nosotros, los de la comunidad judía, haríamos bien en detenernos y tomar nota de la deuda que tenemos con ellos por su firme compromiso con todos nosotros, por la infraestructura judía que han creado y mantienen en todo el mundo, y por recordarnos quiénes somos y los valores que defendemos.
El mundo también haría bien en detenerse y aprender del extraordinario ejército de hombres y mujeres de Jabad que nunca ocultan ni eluden su identidad y sus valores, sino que eligen trabajar sin miedo en cualquier lugar y en todas partes para llevar luz a un mundo oscurecido. Su fuerza debería inspirar a los muchos que siguen mostrando debilidad en su épico fracaso a la hora de actuar con claridad moral y coraje y enfrentarse al mal, y que han optado en cambio por doblegarse a la opinión popular y atar las manos a Israel. Lo que han hecho y dicho en los últimos días la CPI, la ONU, el Vaticano y algunos miembros del Congreso de los Estados Unidos ha dado más viento a las velas de Irán, Hamás y Hezbolá, ha alimentado aún más el antisemitismo mundial y ha fortalecido a los enemigos del pueblo judío. Ojalá tuvieran el coraje moral de un shalíaj de Jabad …
El cruel asesinato del rabino Kogan nos recuerda a los judíos quiénes somos. La vida del rabino Kogan y de sus compañeros shlujim debería recordar a todas las personas de buena conciencia que deben actuar con discernimiento y claridad moral, haciendo frente sin miedo al mal y ofreciendo con amor su apoyo al bien.
*Vicepresidente Ejecutivo OU