Sivan Rahav Meir
Hacemos muchas cosas en nuestro día a día, pero la pregunta no es sólo qué hacemos, sino cómo lo hacemos. Cuando realizamos una acción con entusiasmo, emoción y rapidez, probablemente sea algo que amamos y apreciamos especialmente.
La Parashá de esta semana describe la hospitalidad de Abraham hacia tres viajeros que llegaron a su tienda. Presten atención a las palabras:
“Y Abraham se apresuró a entrar en la tienda donde estaba Sara, y le dijo: “Rápido, toma tres medidas de harina fina amásala y haz panes redondos”. Mientras, Abraham corrió hacia el ganado, tomó un ternero tierno y bueno, se lo entregó al joven que se apresuró a prepararlo”.
Estamos acostumbrados a entusiasmarnos con las cosas materiales, con los logros personales, con las alegrías privadas. Pero Abraham se entusiasma al recibir invitados. No sólo los hospeda y les da de comer, sino que se apresura y corre. El dar y ser amable son lo que más lo entusiasma a él. Esta es su misión, esto es lo que realmente el anhela.
Cada uno de nosotros sabe qué le inspira y lo lleva a actuar con entrega y dedicación. Abraham, nuestro Patriarca, nos enseña en qué es verdaderamente importante entusiasmarse y cómo ayudar a los demás de la mejor manera. Hoy tenemos innumerables oportunidades, aquí y ahora, para observar a quienes nos rodean y continuar con esta chispa que hemos heredado de Abraham, nuestro Patriarca.
Que tengamos el mérito de entusiasmarnos por las cosas correctas.
















