Dr. Jorge Weil
18 de junio de 2019
Compartiré algunas definiciones básicas sobre el pensamiento adictivo, comenzando por definir pensamiento. Literalmente significa ponderar, sopesar, pesar, evaluar.
El pensar surge a partir de una serie de operaciones mentales -tales como aprendizaje, compresión, imaginación, memoria, etc.- cuyo resultado es la elaboración de ideas que se expresan tanto en forma verbal como escrita.
Pensar es planificar acciones… antes de actuar, y así tomar decisiones previamente evaluadas. Pensar evita actuar por impulsos, ya que nos permite analizar opciones, eligiendo la más apropiada para cada circunstancia.
¿Cuándo y cómo aprende a pensar el ser humano?
La respuesta es simple: aprendemos desde el momento en que -luego del nacimiento- recibimos del entorno familiar (a predominio de la madre) estímulos afectivos positivos expresados tanto en forma de caricias, cuidados, sonrisas, etc., así como cantarle y hablarle a el/la bebé.
La evolución del crecimiento y maduración cerebral, así como la adquisición de funciones y habilidades sensoriales, motoras, cognitivas, se afianza en el periodo entre los 3 y 6 años de vida, la etapa en que el proceso de “aprender” a pensar se moldea.
Este proceso de pensar específicamente se denomina pensar lento, versus otro conocido como pensar rápido, modalidades de pensar a las que nos referiremos en un próximo artículo.
En cuanto al término adicción,su origen es indicativo de lo que la persona padece: adicción significa literalmente ser conducido, como son “conducidos” los esclavos.
Un adicto es esclavo de una droga, sea ésta química (marihuana, alcohol, psicofármacos, etc.) o de otra naturaleza: juego (ludopatía), Internet (a predominio “series” y/o pornografía), entre otras que iremos describiendo.
La adicción termina instalándose como una enfermedad crónica del cerebro que se caracteriza por el uso patológico de drogas, así como por la incapacidad de controlar la conducta, con deseos imperiosos de consumo, disminución del reconocimiento de los problemas importantes causados por la propia conducta.
El adicto “piensa” en su necesidad de consumir, obviamente desde un modelo patológico, enfermo.
Las adicciones provocan baja calidad de vida, así como respuestas afectivas alteradas, provocando problemas en el trabajo, en los estudios, en sus relaciones sociales y/o en sus relaciones familiares.
Pero… en nuestros días, además del consumo de drogas y alcohol, los avances tecnológicos –al alcance de cualquier persona, ¡incluso niños!- ha permitido que se desarrollen otras formas de adicción, por ejemplo al juego, a la TV, a la Internet, a la pornografía, entre otras.
Dado que el pensamiento genera y procesa conceptos o ideas, que se originan en general de imágenes sensoriales -para ser analizadas, vincularlas a la realidad, y así elaborar nuevos conceptos-, en el adicto ese proceso de pensar esta alterado, en ocasiones gravemente alterado. Por lo tanto, las conclusiones a las que llegue un individuo adicto difícilmente le permitan encontrar soluciones lógicas, viables y simples a problemas cotidianos de la vida.
Algo más acerca de la adicción
Un neurotransmisor es una biomolécula que permite la transmisión de información desde una neurona hacia otra neurona (células del cerebro).
La dopamina (una sustancia química cerebral) es un neurotransmisor que tiene muchas funciones en el cerebro, como el comportamiento, la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje.
El uso excesivo de cualquier programa en Internet genera alta producción de dopamina, actuando como sustancias químicas muy similares a una adicción a las drogas, o sea dependencia.
Superar la adicción a la pornografía puede ser más difícil que superar la adicción a drogas. Las imágenes que se miran en Internet, quedan guardadas en el cerebro y son muy difíciles de borrar. El “archivo” de fotografías pornográficas no desaparece sin hacer un trabajo terapéutico importante.
Mirar pornografía hace que la persona desarrolle la tendencia a imitar las conductas que ve, buscando en cada oportunidad escenas más fuertes. A poco tiempo de mirar pornografía, la persona empieza a considerar “normal” lo que ve, provocando conflictos y problemas con lo que es realmente lo saludable y adecuado en relación a la sexualidad.
La abstinencia
La abstinencia es la reacción del cuerpo al ser privado del elemento que provoca la adicción a la que la persona se hizo dependiente. Sin la sustancia, las funciones del organismo que dependían de la misma se alteran, provocando consecuencias como desequilibrios químicos, hormonales, corporales (sudoración, cefaleas, diarreas, etc.), emocionales y psicológicos (como irritabilidad, ansiedad, angustia, desgano, depresión, insomnio, etc.). A este cuadro se lo denomina síndrome de abstinencia y requiere atención médica y psicológica. Los síntomas varían en forma e intensidad, de acuerdo con el producto consumido y el tiempo que lleva la adicción. En todos los casos se debe a que se ha alterado el funcionamiento normal del cerebro y la conducta psicológica.
El Dr. Jorge Weil es Médico especializado en psiquiatría y psicoanálisis.
El presente artículo está basado en el libro “El pensamiento adictivo” (traducido al español del original en inglés: “Addictive thinking”), de autoría del Rav Dr Abraham Twerski shlita.
Acerca del Rav Dr. Abraham Twerski shlita
El Rav Dr. Abraham J. Twerski shlita nació en los EE. UU. en 1930. Por línea paterna es la séptima generación descendiente del Baal Shem Tov, por línea materna es descendiente del Alter Rebbe de Lubavitch.
El Rav Twerski estudió en una escuela pública de Milwaukee. En 1952 obtuvo su smijá del Hebrew Theological College de Chicago.
Al tomar conciencia del alto número de personas alcohólicas que concurrían al templo (la mayoría emigrados de Europa oriental), el padre del Rav Twerski, Rav Yakov Ysroel Twerski ZL consultó con el Steipler Rebbe, el Rav Yaakov Yisrae Kanievsky ZL (padre del Rav Chaim Kanievsky shlita), quien recomendó que el joven rabino estudiara medicina.
En 1960 El Rav A. Twerski se graduó de médico en la Milwaukee Marquette University, especializándose en psiquiatría, dedicándose tanto a la docencia como a la asistencia de pacientes, llegando a ser Director de un hospital psiquiátrico.
El Rav Twerski ha sido el fundador de instituciones médicas y profesionales destinadas a promover y tratar la salud mental en la comunidad judía ortodoxa. Es considerado uno de los Iehudim más influyentes en USA.
Desde 2016 reside en Yerushalaim donde dedica su tiempo a escribir y publicar nuevos libros, que se suman a los casi 100 ya publicados todos escritos encontrando en la Torá, la profunda comprensión y esencia de la psicología y conducta humana.