Todd Bensman
13 de septiembre de 2019
Las autoridades panameñas aún no han investigado a fondo el bombardeo aéreo del vuelo 901 de Alas Chiricanas hace un cuarto de siglo. El recuento de víctimas se corrigió más tarde a 22 muertes (foto de portada).
En mayo de 2018, el presidente panameño, Juan Varela, emitió una promesa pública que brevemente fue noticia internacional, aunque fue muy anunciada: Después de casi 25 años, Panamá abriría una investigación completa sobre el bombardeo en el aire del vuelo 901 de Alas Chiricanas, que mató a 22 panameños, incluidos 12 de los principales empresarios judíos de ese país.
La promesa de realizar una investigación sobre un misterioso bombardeo no adjudicado, casi olvidado fuera de Panamá, se produjo después que el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, antes de una reunión diplomática el año pasado con el presidente panameño, Juan Varela, le proporcionó información de inteligencia específica que atribuye la tragedia al grupo terrorista Hezbollah y a su patrón, Irán.
Ningún gobierno mundial había reconocido el derribo del vuelo 901 como un ataque terrorista islámico, a pesar de que sucedió un día después de que Irán-Hezbollah bombardeara el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, matando a 85 civiles, la mayoría de ellos judíos argentinos e hiriendo a otros 300.
En contraste con Panamá, Argentina eventualmente montó investigaciones exhaustivas, aunque problemáticas, sobre el ataque de AMIA y un bombardeo en 1992 de la embajada israelí en Buenos Aires. Estos expusieron por primera vez el alcance de la proyección del poder entre Irán y Hezbollah en el hemisferio occidental y sus métodos operativos a través de células de apoyo clandestinas, simpatizantes expatriados locales y embajadas iraníes utilizadas para la cobertura diplomática.
Tras meses de solicitudes, por parte de los autores de este informe, en relación con una actualización sobre el progreso de la investigación panameña notamos una aparente determinación de no hablar sobre ello, ya sea dentro o fuera del registro, con o sin atribución. Después que mi informe de enero de 2019 desde Panamá arrojara dudas iniciales que la investigación prometida se estaba llevando a cabo, el Foro de Medio Oriente financió esfuerzos para recibir informes adicionales por parte de la periodista de habla hispana uruguayo-israelí Jana Beris, que continuó buscando confirmación en Israel y en Panamá durante el verano de 2019.
Pero ninguno de los periodistas pudo obtener dicha confirmación durante los continuos esfuerzos trimestrales de informes de 2019, para incluir canales gubernamentales en ambos países, además de la comunidad judía de Panamá, los periodistas locales y los líderes electos de los partidos políticos. Lo que sí se confirma es que la investigación prometida nunca se inició.
“Creo que el mensaje es el silencio, tanto del lado israelí como panameño”, observó Jana Beris después de su esfuerzo. Las preguntas ahora retornan, ¿les importa? Y si es así, ¿por qué?
El presidente Varela dejó el cargo en julio debido a limitaciones constitucionales del mandato, su administración rechazó reiteradas solicitudes de confirmación que alguna vez se inició una investigación y, si lo hizo, saber cómo ésta estaba progresando.
La pequeña comunidad judía de 15,000 panameños, que durante mucho tiempo ha curado en privado sus heridas desde el vuelo 901, le ha enviado un mensaje al presidente panameño recién electo, Laurentino “Nito” Cortizo, que sigue interesado en los adelantos en la investigación. Si bien los funcionarios panameños del gobierno saliente de Varela no respondieron a numerosas consultas desde septiembre de 2018 hasta el momento en que dejaron el cargo el 1 de julio, parecía demasiado temprano para que el nuevo gobierno entrante lo hiciera. El embajador de Varela en Israel señaló a fines de agosto, por ejemplo, que aún no se había designado un nuevo Fiscal General, que, una vez asumido el cargo, podría eventualmente responder a las preguntas sobre el Vuelo 901.
David Djemal de B’nai B’rith Panamá: “Nuestros caídos no murieron. Fueron asesinados”.
Por ahora, la única pequeña recompensa con la que quedan los líderes judíos es trabajar junto a un comité nacional para construir un monumento conmemorativo del Vuelo 901. Sin embargo, también sienten que tienen el apoyo, finalmente, para hablar públicamente de la pérdida en términos raramente utilizados antes del regalo de la inteligencia de 2018 del primer ministro Netanyahu.
“Nuestros caídos no murieron”, declaró David Djemal, presidente de la Comisión Antidifamación de B’nai B’rith Panamá, en una ceremonia pública de conmemoración del 25 aniversario del atentado el 18 de julio. “Fueron asesinados.”
Doce de los 19 pasajeros a bordo del vuelo 901 de Alas Chiricanas Airlines eran líderes empresariales judíos. Todos a bordo, incluidos tres miembros de la tripulación, murieron cuando el avión explotó poco después del despegue desde el aeropuerto Enrique Jiménez en el puerto caribeño de Colón en el corto transbordador a la ciudad de Panamá. Nadie se atribuyó la responsabilidad del bombardeo, ni del bombardeo de AMIA el día anterior en Argentina. Durante un tiempo, el FBI investigó, pero pronto se quedó tan corto de pistas que recurrió al público en busca de ayuda.
De acuerdo con una llamada del FBI de julio de 1994, línea destinada a pistas públicas, todos los pasajeros y la tripulación fallecidos fueron reclamados, excepto un cuerpo “posiblemente” identificado como Ali Hawa Jamal, sospechoso de llevar una bomba a bordo del avión.
En ese momento, el FBI creía que Jamal estaba con un equipo de apoyo de “hombres desconocidos del Medio Oriente” del Líbano vinculados a traficantes de armas sudamericanos y que, con una tarjeta de crédito estadounidense robada unas seis semanas antes del bombardeo, financió el alquiler de vehículos y la compra de un dispositivo de comunicaciones de radio bidireccional de Motorola que Jamal tenía en el vuelo. Los vehículos fueron encontrados luego abandonados cerca del aeropuerto de Tocumen en la ciudad de Panamá.

Un esbozo del FBI del presunto atacante, Ali Hawa Jamal
El FBI pensó que el ataque estaba vinculado a “un grupo terrorista o grupos terroristas” siguiendo la ideología extremista de Ansar Allah, un violento movimiento extremista chií arraigado en las regiones de Sidon, Líbano y Houthi en Yemen, que aún mantienen vínculos financieros, operativos e ideológicos con Hezbollah e Irán. Pero eso es lo más lejos que llegó cualquier investigación. Una teoría competitiva sostenía que los carteles de la droga en la vecina Colombia, que habían usado tácticas similares para eliminar rivales o deudores, podrían haber contratado el trabajo para eliminar a los enemigos percibidos a bordo del vuelo.
El misterio del vuelo 901 quedó en esa tesis hasta que el primer ministro israelí envió una carta privada de noviembre de 2017 al presidente Varela en la que describía la información de inteligencia israelí antes de una visita de Estado planeada por Varela a Israel, programada para mayo de 2018. Después de la visita de estado, ambos líderes revelaron públicamente que la nueva información de Israel casi había resuelto el bombardeo. Fue un ataque terrorista de Hezbollah al igual que los ataques de Argentina, indicaron ambos en una conferencia de prensa conjunta durante esa visita. “Gracias por esa información, que compartí con las familias”, dijo el presidente panameño a Netanyahu. “Y seguiré siguiendo ese caso, para asegurarme de que se haga justicia”.
Más tarde en Panamá, Varela dijo a los periodistas locales que pediría a las autoridades locales e internacionales que reabrieran la investigación “dados los informes de inteligencia que muestran claramente que fue un ataque terrorista”.
¿Por qué Panamá podría haber cambiado de rumbo?
En mayo de 2018, el presidente Varela se comprometió a reabrir la investigación sobre el derribo del vuelo 901 “dados los informes de inteligencia que muestran claramente que fue un ataque terrorista”.
Las pistas de por qué Panamá ha elegido misteriosamente un camino diferente al prometido, se encuentran en la experiencia argentina después de sus ataques terroristas con bombas de 1992 y 1994. Se cree que ambos ataques fueron ordenados para vengar el asesinato israelí de febrero de 1992 por helicópteros de ataque Apache del jeque Abbas Musawi, el secretario general de Hezbollah, que había orquestado un fuerte aumento de los ataques mortales transfronterizos contra Israel, según el libro “Relámpago del Líbano” por los periodistas Tom Díaz y Barbara Newman.
Durante años después de los ataques de 1992 y 1994, las investigaciones tempranas y posteriores fueron atormentadas por las campañas de influencia diplomática llevadas a cabo por Irán y sus aliados desde fuera de Argentina, y también desde adentro por poderosas comunidades políticas de la diáspora del Medio Oriente. La presión fue implacable en esas primeras investigaciones iniciales, lo que condujo a interferencias políticas abusivas para desviar los resultados de Irán o de sus simpatizantes locales. Estos esfuerzos de interrupción del gobierno se produjeron en medio de un repentino aumento de nuevos acuerdos comerciales con Irán, por valor de cientos de millones de dólares, para Argentina. Las corruptas campañas de influencia iraní han obstaculizado la investigación de Argentina sobre el bombardeo de la AMIA.
Para 2009, las investigaciones de corrupción del gobierno relacionadas con los acuerdos comerciales iraníes y la interferencia política llevaron a cargos contra el ex presidente Carlos Menem, que era de ascendencia siria, y 13 altos funcionarios del gobierno que habían interferido sistemáticamente con esas primeras investigaciones para proteger a los miembros de la comunidad árabe local la cual se cree participó en los bombardeos. Las investigaciones iniciales en Argentina produjeron conclusiones ampliamente ridiculizadas y patentemente improbables que tuvieron que ser descartadas. Se iniciaron nuevas investigaciones, y a éstas también les siguió la interferencia política de los nuevos líderes políticos argentinos.
El fiscal especial argentino Alberto Nisman fue asesinado en 2015, horas antes de presentar públicamente evidencia que la presidenta Christina de Kirchner conspiró con Irán para cerrar la investigación de la AMIA.
En 2007, el fiscal especial Alberto Nisman finalmente presentó una acusación de 900 páginas a la Interpol, la organización mundial de aplicación de la ley, que otorgó órdenes de notificación roja para algunos de los funcionarios de más alto rango de Irán.
El obstruccionismo gubernamental, impulsado por las presiones iraníes y europeas, condujo a nuevas investigaciones de corrupción. En 2015, Nisman fue asesinado horas antes de presentar públicamente evidencia de que la Presidenta Cristina de Kirchner e Irán habían conspirado para cerrar sus investigaciones para cerrar un nuevo acuerdo iraní de grano por petróleo. En 2017, gracias a la investigación de corrupción del asesinado Nisman, Kirchner fue acusada de traición relacionada con su presunta participación en la conspiración con Irán, que durante mucho tiempo ha negado su participación en la corrupción de funcionarios del gobierno argentino o en participar en los atentados.
Entonces, ¿por qué no Panamá?
Es difícil imaginar que Irán y sus aliados locales no hayan presionado a los líderes panameños para que maten la investigación embrionaria.
De vuelta en Panamá, por supuesto, no hay indicios que tales actividades de la oposición ocurrieron después que el presidente Varela emitiese una promesa que llegó a los titulares internacionales. Sin embargo, no sería difícil imaginar que Irán, aliados influyentes como Rusia y la comunidad empresarial libanesa de Panamá también podrían haber aplicado las mismas tácticas para persuadir a los líderes panameños de matar una investigación embrionaria sobre quién ordenó y llevó a cabo la destrucción del vuelo 901. Se dice que la población de expatriados panameños de unos 9,000 o 10,000 ciudadanos de ascendencia libanesa tiene éxito en los negocios e influyen en el gobierno. Es posible que no se quiera saber más sobre los hombres “desconocidos del Medio Oriente” que, según el FBI, habían alquilado camiones y comprado una radio Motorola para el bombardero del vuelo 901.
Pero incluso en ausencia de una campaña de influencia al estilo argentino para que el gobierno panameño congele la investigación prometida, también es bastante posible que el gobierno simplemente haya mirado el choque de trenes de 20 años de duración en Argentina y haya decidido, por sí solo, no exponer al pequeño país a una experiencia traumática similar.
En cuanto al silencio inusual de Israel sobre la posibilidad de dañar la marca “Hezbollah”, la moderación puede explicarse razonablemente ya que se trata de una deferencia diplomática a una situación delicada para una nación aliada.
¿Por qué es importante una investigación en Panamá?
El evidente fracaso de aprovechar una oportunidad de investigación ofrecida por el vuelo 901 es importante para la política de seguridad exterior actual de los Estados Unidos y para un esfuerzo global entre las naciones para contrarrestar las actividades nefastas de Hezbollah e Irán. Considere las formas, en gran medida, no reconocidas que la investigación de Argentina se ha utilizado para expandir el conocimiento de las operaciones de Hezbollah e Irán en América del Sur.
Joseph Humire, Director Ejecutivo del Centro para una Sociedad Segura y Libre y experto en asuntos de seguridad latinoamericanos, dijo que el informe final de Nisman sobre los bombardeos de Buenos Aires ha resistido la prueba del tiempo y ha retenido un alto valor para el resto del mundo, a pesar de que aún no se ha llevado a nadie ante la justicia.
“Para cualquiera que quiera entender cómo operan Hezbollah e Irán en América Latina, ése es el plan”, dijo Humire sobre la investigación de Nisman en una entrevista telefónica desde la región trifronteriza de Argentina, Paraguay y Brasil, donde asistía a un conferencia de seguridad en parte sobre la huella de Hezbollah en la región.
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, designó oficialmente a Hezbollah como una organización terrorista extranjera en julio, la primera designación de este tipo en América latina.
Si bien ninguno de los acusados ha sido arrestado o llevado ante la justicia, estas investigaciones sobre los actos terroristas de la década de 1990 si importan actualmente. El mes pasado, en el aniversario del atentado de AIMA en 1994, el informe de Nisman fue citado como justificación para que Argentina designe formalmente a Hezbollah como organización terrorista. La designación permite a Argentina atacar legalmente las operaciones sudamericanas de Hezbolllah junto con los Estados Unidos.
Y esa fue sólo la acción más reciente que surgió de las investigaciones de Hezbollah en Argentina. El Departamento de Estado de EE. UU. emitió en 2017 un informe que acredita explícitamente las investigaciones de Argentina entre Irán y Hezbollah con el impulso de reformas del sistema penal contra el terrorismo, nuevos enfoques para combatir el financiamiento del terrorismo y una modernización de las capacidades de seguridad e inteligencia. Estos se están aplicando en el interior ilegal de Argentina y partes no gobernadas de países vecinos donde se concentran las empresas criminales de Hezbollah. Los informes del Departamento de Estado de EE. UU. dicen que el grupo obtiene una fuerza significativa del tráfico de drogas y armas en muchos países sudamericanos como Venezuela, Perú y Bolivia.
¿Pero qué hay de Centroamérica, mucho más cerca de los Estados Unidos? El cierre de una investigación en Panamá significa la pérdida de una rara oportunidad de expandir el conocimiento sobre Irán y Hezbollah aún más cerca de la puerta sur de los Estados Unidos, donde bien puede involucrar a diferentes grupos de partidarios, medios y métodos, y preferencias de actividades criminales.
Este no es un asunto rancio de las circunstancias de la década de 1990; aproximadamente en 2007, Irán se estableció firmemente en Nicaragua, casi sin interés de los medios ni informes públicos sobre sus actividades regionales en los años posteriores. Además, los procesamientos actuales de Nueva York y Michigan del ala de inteligencia de Hezbollah en los Estados Unidos revelaron recientemente que un operativo de inteligencia fue rastreado tan recientemente como 2011 y 2012 a Panamá, donde recopiló información sobre objetivos como el envío del Canal de Panamá y lo devolvió con éxito a los manipuladores en el Líbano, donde obviamente reside todavía.
En contraste con los esfuerzos de Argentina, Panamá ni siquiera aprobó un estatuto antiterrorista propuesto en 2015. En contraste con las nuevas leyes y esfuerzos antiterroristas inspirados en Nisman de Argentina, Panamá ni siquiera aprobó una ley antiterrorista propuesta en 2015.
En un momento en que las sanciones económicas mundiales exigidas por los EE. UU. contra Irán han provocado el ruido de sables, la incautación de petroleros y el derribo de drones, los costos de oportunidad de cerrar la investigación del vuelo 901 no deberían permitirse pasar en silencio, sin previo aviso ni discusión.
El verano pasado, cuando el general del cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní, Kassem Soleimani, advirtió al presidente Trump después de un intercambio irritante: “¡Gambler, Trump! ¡Le digo que nosotros! estamos cerca de ti, exactamente donde no pensarías que estamos”.
Fuente: Hatzad Hasheiní