Eli Suli
02 de octubre de 2019
Un día después de Rosh HaShaná, se conmemora un ayuno, por una tragedia en la historia judía, cuyo mensaje trasciende en nosotros hasta el día de hoy. ¿Pero cuál es el significado de este ayuno, y por qué ocurre entre Rosh HaShaná y Yom Kipur?
Después de la destrucción del Primer Bet Hamikdash, hace unos 2.500 años, la mayoría del pueblo judío había sido exiliado a Babilonia. El conquistador, el rey Nabucodonosor, eventualmente alivianó algunas de sus duras restricciones, y permitió que algunos judíos permaneciesen en la tierra de Israel. Incluso escogió a un judío recto, llamado Guedaliá ben Ajikam, para gobernar a la población rural que no había sido exiliada. Guedaliá fue un antiguo asesor del rey Tzidkia, y se había opuesto a la rebelión desde el principio. Entonces, muchos de los judíos que habían escapado de los horrores de la guerra, y se habían refugiado en Moav, Amón, Edom y otros países vecinos, comenzaron a volver a sus hogares en Eretz Israel, y cultivaron las áreas que el rey babilonio les había otorgado. Ellos cuidaron sus viñedos y disfrutaron un nuevo respiro de las opresiones anteriores. Sin embargo, el respiro fue muy corto, pues el rey de Amón, quien era hostil y envidioso, envió al judío Ishmael Ben Netaniá para que asesinara a Guedaliá ben Ajikam. Guedaliá que entendía la situación y las limitaciones de la soberanía judía, sabía que, para su propia preservación, los judíos en Israel debían cooperar por completo con la nación que había conquistado su tierra. Sin embargo, esta subordinación política, era intolerable para algunos judíos. A su vez, Guedalia no era miembro de la dinastía del rey David, y muchos en el pueblo, no habían aceptado su nombramiento. En Tishre, Ishmael llegó hasta Guedaliá en la ciudad de Mitzpé. A pesar de que a Guedaliá le fue advertido acerca de las intenciones de Ishmael, él no creyó los reportes que había recibido, puesto que consideró que eran sólo “Lashón Hará” (chismes), y está prohibido escuchar chismes sobre otro judío. Él recibió a Ishmael y le otorgo muchos honores. Pero el 3 de Tishre del año 586 a.e.c., dos meses después de la destrucción del Templo de Jerusalén, Guedalia fue asesinado por Ishmael, que era el líder de un grupo de judíos opositores, y quien lo traicionó y asesinó, al igual que a otros muchos judíos y babilonios que estaban junto a él, incluyendo al guardián que el rey Nabucodonosor había dispuesto para su gobernador.
(Hay diferentes opiniones, sobre cuál fue el día exacto en que asesinaron a Guedaliá: si el 3 de Tishré como aparece en el Talmud y así también lo sostiene Maimónides, “Rambam”, o el primero de Tishré como aseveran el Even Ezra, Rabi David Kimji “RADAK”, o Rab Yosef Karo, “Shuljan Aruj”. En definitiva, el ayuno se postergó para el 3 de Tishré, dado que no se podía imponer un día de ayuno en día festivo “Yom Tov”. Como es sabido los días 1 y 2 de Tishré se celebra Rosh HaShaná).
Cuando un judío asesina a otro es una tragedia terrible, que puede tener enormes repercusiones históricas, como la tuvo ésta. El pueblo judío se había hundido hasta uno de sus niveles más bajos de la historia. El Templo había sido destruido, la mayoría de los judíos estaban exiliados, y la situación parecía desesperanzadora. Pero Di-s cambió las desesperadas circunstancias del pueblo, e hizo que el Tzadik Guedaliá ben Ajikam, fuese designado como líder. Sin embargo, Guedaliá fue asesinado, y toda la esperanza desapareció. Después del asesinato de Guedaliá, los judíos temieron las represalias del Rey de Babilonia, por lo que pensaron huir a Egipto para salvarse. Pero dado que Egipto era una sociedad moralmente corrupta, existía allí otro peligro, que era un peligro espiritual. Por esta razón, fueron a pedirle consejo al profeta Irmiya, quien se encontraba recluido, haciendo duelo por la destrucción del Bet Hamikdash. Durante una semana, el profeta Irmiya le rogó a Di-s por una respuesta, hasta que finalmente la obtuvo el día de Kipur. Entonces Irmiya les dijo a los Yehudim, que debían quedarse en la tierra de Israel, y que todo estaría bien, ya que el plan de Di-s, era hacer que los babilonios actuasen con misericordia hacia ellos, y poco tiempo después, todos los judíos exiliados, tendrían permitido volver a su propia tierra. Pero si deciden ir a Egipto, la espada de la que están huyendo los mataría a todos allí. Desgraciadamente las palabras del profeta no penetraron en los oídos del pueblo, y se rehusaron a creer en ellas. Tras el asesinato de Guedaliá, la mitad de los campesinos de Yehuda huyeron a Egipto. Incluso secuestraron al mismo profeta Irmiya, y se lo llevaron con ellos. La otra mitad, para demostrarle lealtad al rey Nabucodonosor, decidió trasladarse a Babilonia. Ahora la destrucción estaba completa. De este modo, la tierra de Juda quedo desolada durante un periodo de 70 años, sin judíos y sin Templo. Pero al cabo de unos años, Babilonia conquistó Egipto, y miles de judíos exiliados fueron asesinados. Increíblemente, el único sobreviviente de esta masacre fue el profeta Irmiya. Su profecía se había convertido dolorosamente en realidad. El evento inicial del asesinato de Guedaliá, ha sido comparado a la destrucción del Templo Sagrado, ya que esta causó la pérdida de miles de vidas judías, y desencadenó el fin del asentamiento judío en Eretz Israel por muchos años. Por ende, los profetas declararon que, en el aniversario de esta tragedia, fuese un día de ayuno. Este día, es el tres de Tishre, el día inmediatamente posterior a Rosh HaShaná. El ayuno de Guedaliá, instituido por los sabios de la siguiente generación, conmemora la pérdida de la autonomía judía en Israel, y la desolación de la tierra que duró 70 años.
Respecto de este ayuno, nuestros sabios dijeron en el Talmud: “Esto nos enseña que la muerte de los justos es equivalente al incendio de la casa de DI-s, puesto que, así como es ordenado un ayuno para conmemorar la destrucción del Bet Hamikdash, así también fue ordenado un ayuno para conmemorar la muerte de Guedaliá” (Rosh Hashaná 18b).
“Di-s destruirá a la muerte para siempre, borrará las lágrimas de todos los rostros, y hará que su pueblo no sea avergonzado nuevamente…” (Ieshaiahu – Isaías – 25:8).